Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufrÃa.
En busca de quietud, bajé al fresco y callado jardÃn.
En el oscuro cielo, Venus bella temblando lucÃa,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmÃn.
A mi alma enamorada, una reina oriental parecÃa,
que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarÃn,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorrÃa,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquÃn.
«¡Oh reina rubia! -dije-, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,
y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.»
El aire de la noche, refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.
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