Meditaciones religiosas
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Poema sin orden, escrito en la Navidad de 1794
Este es el tiempo en que la voz de la adoración,
que es divina para el oído, me levanta
como con la trompeta de un ángel; y accediendo
y mezclándome con el coro, casi creo ver
la muchedumbre celestial que cantó el himno
de la paz sobre los campos de Belén.
Pero tú eres más luminoso que el resplandor de los ángeles
que anunciaron tu nacimiento; tú, varón de dolores,
¡despreciado Galileo! Porque lo Grande
e invisible (que sólo percibimos por símbolos)
con extraña e insuperable luz
brilla desde el rostro del justo y oprimido
cuando, sin cuidar de sí, el santo flagelado
compadece al opresor. ¡Hermosa la miel
del viernes, el bosque, el mar, el sol, las estrellas,
huellas de su Señor Creador! (...)
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Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Poema sin orden, escrito en la Navidad de 1794
Este es el tiempo en que la voz de la adoración,
que es divina para el oído, me levanta
como con la trompeta de un ángel; y accediendo
y mezclándome con el coro, casi creo ver
la muchedumbre celestial que cantó el himno
de la paz sobre los campos de Belén.
Pero tú eres más luminoso que el resplandor de los ángeles
que anunciaron tu nacimiento; tú, varón de dolores,
¡despreciado Galileo! Porque lo Grande
e invisible (que sólo percibimos por símbolos)
con extraña e insuperable luz
brilla desde el rostro del justo y oprimido
cuando, sin cuidar de sí, el santo flagelado
compadece al opresor. ¡Hermosa la miel
del viernes, el bosque, el mar, el sol, las estrellas,
huellas de su Señor Creador! (...)
Versión de Gabriel Insuasti
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