Falso olvido
Poema publicado el 23 de Septiembre de 2009
FALSO OLVIDO
Pretendes arrancarme de tu vida
y sepultarme a gritos en la historia,
mas, en tu afán, hallándote vencida,
sabrás que aún resucito en tu memoria.
Quizá por olvidarme tengas prisa
y quieras darle a tu alma libertad,
mas quebrarás en llanto tu sonrisa
por quien tiene tu patria potestad.
De luto has adornado tu elegancia,
de cieno me has pintado con tu adiós;
has puesto por barrera la distancia
siendo mi nombre aún himno de tu voz.
Bien sabes que en mis brazos fuiste amada
en toda la extensión del verbo amar,
y hoy vives la odisea al cuento de hadas,
y a la verdad prefieres el azar.
Bien sabes que en tu pecho estoy dormido,
que nada de tu amor me separó.
No busques ni te alíes al olvido
que mi alma de esa muerte ya volvió.
Las cosas que conserves o destruyas
serán por tus tristezas o alegrías,
y amarme aceptarás cuando concluyas
que yo era el justo amor que merecías.
No pintes ni disfraces tu tormento
con el clavel marchito de tu risa:
no abrigarás tu piel con otro aliento
ni regarás tu flor con otra brisa.
Si el fuego que nos arde todavía
al hielo se remonta con arresto,
es porque aún soy tu sol de mediodía
que alumbra a plenitud, con dulce gesto.
Vencida a todo y cuánto vano intento
malogrados con loco frenesí,
sucumbirás al peso del tormento,
y no hallarás en otro lo que en mí…
¡Por más distante yo, por más lejano!,
¡si porque he sido el sol de tu existencia!:
cerrar podrás los ojos, pero en vano
querrás borrar la luz de mi presencia.
Poema publicado el 23 de Septiembre de 2009
FALSO OLVIDO
Pretendes arrancarme de tu vida
y sepultarme a gritos en la historia,
mas, en tu afán, hallándote vencida,
sabrás que aún resucito en tu memoria.
Quizá por olvidarme tengas prisa
y quieras darle a tu alma libertad,
mas quebrarás en llanto tu sonrisa
por quien tiene tu patria potestad.
De luto has adornado tu elegancia,
de cieno me has pintado con tu adiós;
has puesto por barrera la distancia
siendo mi nombre aún himno de tu voz.
Bien sabes que en mis brazos fuiste amada
en toda la extensión del verbo amar,
y hoy vives la odisea al cuento de hadas,
y a la verdad prefieres el azar.
Bien sabes que en tu pecho estoy dormido,
que nada de tu amor me separó.
No busques ni te alíes al olvido
que mi alma de esa muerte ya volvió.
Las cosas que conserves o destruyas
serán por tus tristezas o alegrías,
y amarme aceptarás cuando concluyas
que yo era el justo amor que merecías.
No pintes ni disfraces tu tormento
con el clavel marchito de tu risa:
no abrigarás tu piel con otro aliento
ni regarás tu flor con otra brisa.
Si el fuego que nos arde todavía
al hielo se remonta con arresto,
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que alumbra a plenitud, con dulce gesto.
Vencida a todo y cuánto vano intento
malogrados con loco frenesí,
sucumbirás al peso del tormento,
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querrás borrar la luz de mi presencia.
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