Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
VenÃas de la fuente,
en la cadera el cántaro apoyado
sembrando su lÃquido tesoro
sobre el mÃsero polvo de los campos.
VenÃas de la fuente,
sucia de labor y besos de muchacho.
El seno te latÃa
dulcemente, como un pequeño pájaro.
VenÃas de la fuente,
el pelo hirsuto al aire, despeinado,
llena de risa aún y desbordante
lo mismo que tu cántaro.
Allà quedaba el mozo,
amante de un minuto, bajo el álamo.
Y volvÃas los ojos gozadores
una vez y otra vez, a cada paso.
Te vi venir sin prisa
desde el zaguán oscuro y sosegado....
-Como un corcel de fuego
sacudÃa sus crines el verano-.
Cruzaste lentamente,
sin verme, por mi lado.
Dejabas un perfume
a joven gozo, a besos, a tu paso.
Te siguieron mis ojos
calle arriba -cargada con tu cántaro,
cargada con tu cuerpo jubiloso-,
con unos celos lánguidos....
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