A veces
Poema publicado el 05 de Mayo de 2010
A veces, camino por las calles como si estuviera despidiéndome de algo.
Son mis pasos ecos lejanos, turbias necesidades de manifestarme al camino.
Voy por calles rectas, curvas, torcidas, en cuesta y siempre acabo empezando de nuevo.
Son conclusiones y dudas, caminos que no sumo a cuenta pues ellos solos se instalan
silenciosos en la determinante suma de la memoria.
Doy vueltas sin saber lo que busco o simplemente busco dándole vueltas a una intención ciega.
Entro en los bares y me apoyo en el mostrador como extendiéndome sobre
lapidas sobadas, sobre otros roces que dejaron sensaciones parecidas, iguales.
Algún cenicero guarda cenizas como elementales restos de hogueras y a veces, sobre ellas,
billetes de lotería rotos en mil pedazos: esperanzas deshechas sobre la intención fallida.
Allí consumo los minutos hasta que el reloj me empuja de nuevo con su esfera.
Su minutero inquieto y saltón me cuenta de nuevo los pasos futuros y la esencia
del vino embota mis sentidos y me olvido de las condiciones horarias:
de esas aspas que me señalan dando vueltas como si supieran todo de mi.
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Poema publicado el 05 de Mayo de 2010
A veces, camino por las calles como si estuviera despidiéndome de algo.
Son mis pasos ecos lejanos, turbias necesidades de manifestarme al camino.
Voy por calles rectas, curvas, torcidas, en cuesta y siempre acabo empezando de nuevo.
Son conclusiones y dudas, caminos que no sumo a cuenta pues ellos solos se instalan
silenciosos en la determinante suma de la memoria.
Doy vueltas sin saber lo que busco o simplemente busco dándole vueltas a una intención ciega.
Entro en los bares y me apoyo en el mostrador como extendiéndome sobre
lapidas sobadas, sobre otros roces que dejaron sensaciones parecidas, iguales.
Algún cenicero guarda cenizas como elementales restos de hogueras y a veces, sobre ellas,
billetes de lotería rotos en mil pedazos: esperanzas deshechas sobre la intención fallida.
Allí consumo los minutos hasta que el reloj me empuja de nuevo con su esfera.
Su minutero inquieto y saltón me cuenta de nuevo los pasos futuros y la esencia
del vino embota mis sentidos y me olvido de las condiciones horarias:
de esas aspas que me señalan dando vueltas como si supieran todo de mi.
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