Booz dormido
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Booz se habÃa acostado, rendido de fatiga;
Todo el dÃa habÃa trabajado sus tierras
y luego preparado su lecho en el lugar de siempre;
Booz dormÃa junto a los celemines llenos de trigo.
Ese anciano poseÃa campos de trigo y de cebada;
Y, aunque rico, era justo;
No habÃa lodo en el agua de su molino;
Ni infierno en el fuego de su fragua.
Su barba era plateada como arroyo de abril.
Su gavilla no era avara ni tenÃa odio;
Cuando veÃa pasar alguna pobre espigadora:
"Dejar caer a propósito espigas" -decÃa.
Caminaba puro ese hombre, lejos de los senderos desviados,
vestido de cándida probidad y lino blanco;
Y, siempre sus sacos de grano, como fuentes públicas,
del lado de los pobres se derramaban.
Booz era buen amo y fiel pariente;
aunque ahorrador, era generoso;
las mujeres le miraban más que a un joven,
pues el joven es hermoso, pero el anciano es grande.
El anciano que vuelve hacia la fuente primera,
entra en los dÃas eternos y sale de los dÃas cambiantes;
se ve llama en los ojos de los jóvenes,
pero en el ojo del anciano se ve luz.
2
Asà pues Booz en la noche, dormÃa entre los suyos.
Cerca de las hacinas que se hubiesen tomado por ruinas,
los segadores acostados formaban grupos oscuros:
Y esto ocurrÃa en tiempos muy antiguos.
Las tribus de Israel tenÃan por jefe un juez;
la tierra donde el hombre erraba bajo la tienda, inquieto
por las huellas de los pies del gigante que veÃa,
estaba mojada aún y blanda del diluvio.
3
Asà como dormÃa Jacob, como dormÃa Judith,
Booz con los ojos cerrados, yacÃa bajo la enramada;
entonces, habiéndose entreabierto la puerta del cielo
por encima de su cabeza, fue bajando un sueño.
Y ese sueño era tal que Booz vio un roble
que, salido de su vientre, iba hasta el cielo azul;
una raza trepaba como una larga cadena;
Un rey cantaba abajo, arriba morÃa un dios.
Y Booz murmuraba con la voz del alma:
"¿Cómo podrÃa ser que eso viniese de mÃ?
la cifra de mis años ha pasado los ochenta,
y no tengo hijos y ya no tengo mujer.
Hace ya mucho que aquella con quien dormÃa,
¡Oh Señor! dejó mi lecho por el vuestro;
Y estamos todavÃa tan mezclados el uno al otro,
ella semi viva, semi muerto yo.
NacerÃa de mà una raza ¿cómo creerlo?
¿Cómo podrÃa ser que tenga hijos?
Cuando de joven se tienen mañanas triunfantes,
el dÃa sale de la noche como de una victoria;
Pero de viejo, uno tiembla como el árbol en invierno;
viudo estoy, estoy solo, sobre mà cae la noche,
e inclino ¡oh Dios mÃo! mi alma hacia la tumba,
como un buey sediento inclina su cabeza hacia el agua".
Asà hablaba Booz en el sueño y el éxtasis,
volviendo hacia Dios sus ojos anegados por el sueño;
el cedro no siente una rosa en su base,
y él no sentÃa una mujer a sus pies.
4
Mientras dormÃa, Ruth, una Moabita,
se habÃa recostado a los pies de Booz, con el seno desnudo,
esperando no se sabe qué rayo desconocido
cuando viniera del despertar la súbita luz.
Booz no sabÃa que una mujer estaba ahÃ,
y Ruth no sabÃa lo que Dios querÃa de ella.
Un fresco perfume salÃa de los ramos de asfodelas;
los vientos de la noche flotaban sobre Galgalá.
La sombra era nupcial, augusta y solemne;
allÃ, tal vez, oscuramente, los ángeles volaban,
a veces, se veÃa pasar en la noche,
algo azul semejante a un ala.
La respiración de Booz durmiendo
se mezclaba con el ruido sordo de los arroyos sobre el musgo.
Era un mes en que la naturaleza es dulce,
y hay lirios en la cima de las colinas.
Ruth soñaba y Booz dormÃa; la hierba era negra;
Los cencerros del ganado palpitaban vagamente;
Una inmensa bondad caÃa del firmamento;
Era la hora tranquila en que los leones van a beber.
Todo reposaba en Ur y en Jerimadet;
Los astros esmaltaban el cielo profundo y sombrÃo;
El cuarto creciente fino y claro entre esas flores de la sombra
brillaba en Occidente, y Ruth se preguntaba,
inmóvil, entreabriendo los ojos bajo sus velos,
qué dios, qué segador del eterno verano,
habÃa dejado caer negligentemente al irse
esa hoz de oro en los campos de estrellas.
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Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Booz se habÃa acostado, rendido de fatiga;
Todo el dÃa habÃa trabajado sus tierras
y luego preparado su lecho en el lugar de siempre;
Booz dormÃa junto a los celemines llenos de trigo.
Ese anciano poseÃa campos de trigo y de cebada;
Y, aunque rico, era justo;
No habÃa lodo en el agua de su molino;
Ni infierno en el fuego de su fragua.
Su barba era plateada como arroyo de abril.
Su gavilla no era avara ni tenÃa odio;
Cuando veÃa pasar alguna pobre espigadora:
"Dejar caer a propósito espigas" -decÃa.
Caminaba puro ese hombre, lejos de los senderos desviados,
vestido de cándida probidad y lino blanco;
Y, siempre sus sacos de grano, como fuentes públicas,
del lado de los pobres se derramaban.
Booz era buen amo y fiel pariente;
aunque ahorrador, era generoso;
las mujeres le miraban más que a un joven,
pues el joven es hermoso, pero el anciano es grande.
El anciano que vuelve hacia la fuente primera,
entra en los dÃas eternos y sale de los dÃas cambiantes;
se ve llama en los ojos de los jóvenes,
pero en el ojo del anciano se ve luz.
2
Asà pues Booz en la noche, dormÃa entre los suyos.
Cerca de las hacinas que se hubiesen tomado por ruinas,
los segadores acostados formaban grupos oscuros:
Y esto ocurrÃa en tiempos muy antiguos.
Las tribus de Israel tenÃan por jefe un juez;
la tierra donde el hombre erraba bajo la tienda, inquieto
por las huellas de los pies del gigante que veÃa,
estaba mojada aún y blanda del diluvio.
3
Asà como dormÃa Jacob, como dormÃa Judith,
Booz con los ojos cerrados, yacÃa bajo la enramada;
entonces, habiéndose entreabierto la puerta del cielo
por encima de su cabeza, fue bajando un sueño.
Y ese sueño era tal que Booz vio un roble
que, salido de su vientre, iba hasta el cielo azul;
una raza trepaba como una larga cadena;
Un rey cantaba abajo, arriba morÃa un dios.
Y Booz murmuraba con la voz del alma:
"¿Cómo podrÃa ser que eso viniese de mÃ?
la cifra de mis años ha pasado los ochenta,
y no tengo hijos y ya no tengo mujer.
Hace ya mucho que aquella con quien dormÃa,
¡Oh Señor! dejó mi lecho por el vuestro;
Y estamos todavÃa tan mezclados el uno al otro,
ella semi viva, semi muerto yo.
NacerÃa de mà una raza ¿cómo creerlo?
¿Cómo podrÃa ser que tenga hijos?
Cuando de joven se tienen mañanas triunfantes,
el dÃa sale de la noche como de una victoria;
Pero de viejo, uno tiembla como el árbol en invierno;
viudo estoy, estoy solo, sobre mà cae la noche,
e inclino ¡oh Dios mÃo! mi alma hacia la tumba,
como un buey sediento inclina su cabeza hacia el agua".
Asà hablaba Booz en el sueño y el éxtasis,
volviendo hacia Dios sus ojos anegados por el sueño;
el cedro no siente una rosa en su base,
y él no sentÃa una mujer a sus pies.
4
Mientras dormÃa, Ruth, una Moabita,
se habÃa recostado a los pies de Booz, con el seno desnudo,
esperando no se sabe qué rayo desconocido
cuando viniera del despertar la súbita luz.
Booz no sabÃa que una mujer estaba ahÃ,
y Ruth no sabÃa lo que Dios querÃa de ella.
Un fresco perfume salÃa de los ramos de asfodelas;
los vientos de la noche flotaban sobre Galgalá.
La sombra era nupcial, augusta y solemne;
allÃ, tal vez, oscuramente, los ángeles volaban,
a veces, se veÃa pasar en la noche,
algo azul semejante a un ala.
La respiración de Booz durmiendo
se mezclaba con el ruido sordo de los arroyos sobre el musgo.
Era un mes en que la naturaleza es dulce,
y hay lirios en la cima de las colinas.
Ruth soñaba y Booz dormÃa; la hierba era negra;
Los cencerros del ganado palpitaban vagamente;
Una inmensa bondad caÃa del firmamento;
Era la hora tranquila en que los leones van a beber.
Todo reposaba en Ur y en Jerimadet;
Los astros esmaltaban el cielo profundo y sombrÃo;
El cuarto creciente fino y claro entre esas flores de la sombra
brillaba en Occidente, y Ruth se preguntaba,
inmóvil, entreabriendo los ojos bajo sus velos,
qué dios, qué segador del eterno verano,
habÃa dejado caer negligentemente al irse
esa hoz de oro en los campos de estrellas.
Versión de L.S.
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