Momento último
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
«-miña Señor amada?»
Cunqueiro
¿Sientes, Señora mía amada, en este instante de las trompetas
del adiós,
cómo la magnolia cobra un matiz espantoso
y viene toda la tristeza del mundo a ponérseme en el pubis ?
¿Notas cómo la caída del verano sobre las islas
y sobre las corrientes del mar que había sido limpio me arrincona
con fuerza
y desfigura el jilguero, oh Señora mía dejada?
¿Aprecias, Señora mía odiada, cómo se pierde el viento
entre mis pestañas y cómo se me abren pozas verdes en las manos
y se pueden ver en ellas petroglifos de muerte?
¿Te das cuenta de que la tristeza de la despedida era antes de
la despedida
y que tengo ojos de no tener ojos y de que lo pierdo todo,
Señora mía perdida antes de ser perdida?
¿Ves, Señora mía de humo, Señora mía de viento,
Señora mía de ceniza, cómo sedas y vasos y piedras
de silencio y libros que no hubo y sonrisas mentidas
atraviesan el espléndido aire de este crepúsculo,
nos convocan a luto?
Porque muero a cada instante y mueres, Señora
!;mía de rápidos instantes también perdidos,
señalo alguna cosa en el fondo de tus ojos,
piedra quizás o rosa, y en el avance de las sombras
me pierdo en mí y te pierdo, y te declaro
mía, y un tiempo nuevo empieza.
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
«-miña Señor amada?»
Cunqueiro
¿Sientes, Señora mía amada, en este instante de las trompetas
del adiós,
cómo la magnolia cobra un matiz espantoso
y viene toda la tristeza del mundo a ponérseme en el pubis ?
¿Notas cómo la caída del verano sobre las islas
y sobre las corrientes del mar que había sido limpio me arrincona
con fuerza
y desfigura el jilguero, oh Señora mía dejada?
¿Aprecias, Señora mía odiada, cómo se pierde el viento
entre mis pestañas y cómo se me abren pozas verdes en las manos
y se pueden ver en ellas petroglifos de muerte?
¿Te das cuenta de que la tristeza de la despedida era antes de
la despedida
y que tengo ojos de no tener ojos y de que lo pierdo todo,
Señora mía perdida antes de ser perdida?
¿Ves, Señora mía de humo, Señora mía de viento,
Señora mía de ceniza, cómo sedas y vasos y piedras
de silencio y libros que no hubo y sonrisas mentidas
atraviesan el espléndido aire de este crepúsculo,
nos convocan a luto?
Porque muero a cada instante y mueres, Señora
!;mía de rápidos instantes también perdidos,
señalo alguna cosa en el fondo de tus ojos,
piedra quizás o rosa, y en el avance de las sombras
me pierdo en mí y te pierdo, y te declaro
mía, y un tiempo nuevo empieza.
¿Te das cuenta, Señora mía querida,
que un tiempo nuevo nos mata y que mi cuerpo entero
navegará en las turbias aguas de tu recuerdo?
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
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