De silla a silla
Poema publicado el 18 de Abril de 2011
Mi silla ante puesta a la tuya de espalda y de silla a silla te miré con mis gafas.
Tu silla no estaba muy lejos de la nuestra y de silla a silla, inicié mi plática con tus gestos.
Mi silla estaba quieta cuando me mirabas inquieta y de silla a silla sonreía con tu carcajada; lejos de la realidad.
Tu blusa blanca con un pantalón marrón, lejos del culto y de silla a silla te miré, porque no tenía gestos para estar callado.
Mi testimonio se adjuntó con la silla posterior del pastor y de silla a silla te miraba con los ojos cabizbajos.
Tu ubicación era paralela con la de tus cinco amigas y de silla a silla te escribí una carta secreta.
Escribí, que había contado todos los gestos de tu boca cerrada y de silla a silla no pude dialogar con tus ojos que me esquivaban.
Las sillas estaban muy lejos de los dos, tan juntas por separado y de silla a silla me di cuenta que una monja estaba a mi lado.
Me di cuenta que el sujeto era quien predicaba como cura y de silla a silla, yo era el entrometido de esta historia.
Luego el mentor se sentó a tu lado para hablarte de los cielos y de silla a silla escuchaba a la monja, hablar sobre esa Biblia.
La prédica me dijo que una butaca me aguantaba del todo y de silla a silla me sentía confundido por mi peso en kilos.
El asiento te aguanta por sentirte segura de ser tú y de silla a silla me acostumbro a ser el mismo iluso.
El culto duró mil años en una hora, sentado conmigo y de silla a silla pronuncié que no eras para mí, ni para ti.
La silla se cansó de sentarse para dejarte ir con tus amigos y de silla a silla me quedé sentado junto a la religiosa…
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Poema publicado el 18 de Abril de 2011
Mi silla ante puesta a la tuya de espalda y de silla a silla te miré con mis gafas.
Tu silla no estaba muy lejos de la nuestra y de silla a silla, inicié mi plática con tus gestos.
Mi silla estaba quieta cuando me mirabas inquieta y de silla a silla sonreía con tu carcajada; lejos de la realidad.
Tu blusa blanca con un pantalón marrón, lejos del culto y de silla a silla te miré, porque no tenía gestos para estar callado.
Mi testimonio se adjuntó con la silla posterior del pastor y de silla a silla te miraba con los ojos cabizbajos.
Tu ubicación era paralela con la de tus cinco amigas y de silla a silla te escribí una carta secreta.
Escribí, que había contado todos los gestos de tu boca cerrada y de silla a silla no pude dialogar con tus ojos que me esquivaban.
Las sillas estaban muy lejos de los dos, tan juntas por separado y de silla a silla me di cuenta que una monja estaba a mi lado.
Me di cuenta que el sujeto era quien predicaba como cura y de silla a silla, yo era el entrometido de esta historia.
Luego el mentor se sentó a tu lado para hablarte de los cielos y de silla a silla escuchaba a la monja, hablar sobre esa Biblia.
La prédica me dijo que una butaca me aguantaba del todo y de silla a silla me sentía confundido por mi peso en kilos.
El asiento te aguanta por sentirte segura de ser tú y de silla a silla me acostumbro a ser el mismo iluso.
El culto duró mil años en una hora, sentado conmigo y de silla a silla pronuncié que no eras para mí, ni para ti.
La silla se cansó de sentarse para dejarte ir con tus amigos y de silla a silla me quedé sentado junto a la religiosa…
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