0 votos
1 visitas/día
2434 dias online

La cruz celta. - Poemas de André Degel Dewil



Poemas » andre degel dewil » la cruz celta




La cruz celta.
Poema publicado el 12 de Julio de 2017

La Cruz Celta.

La Cruz Celta es el ojo avizor del pasado cuyas plumas de dragones escribieran toda tempestad aún desconocida para el pobre humano hambriento de dientes y garras envuelto en una solitud de la que le sería imposible de escapar sin dejar todos sus hijos rezagados en sombras de miedo y ansia.

Luego vino desde las laderas en avalanchas el rocío silente que le prometió que su alma pérdida en las eternidades del cosmos se salvara de salvia y escamas, la lagrima demasiada que nunca logro entender de ningún modo.

Los últimos tiempos de vida entendió que jamás vendrían los dioses tantos ni las riquezas de sus anhelos y que los sacrificios de sus sueños, las muchas mujeres y las aún más cervezas que nunca gozara se lo atragantó junto al grito de rabia impotente.

Las amargas lágrimas quemantes que marcaron sus sucias mejillas como rio de lava en las laderas de la montaña, el acalambrado dolor en su pecho de tanto sacrificio y maldad hundieron sus ojos perdiendo su brío y color en su alma vacía llena de irremediable dolor.

Una niña del sueño desconocido le beso los labios de la boca con el más dulce y angelical beso de vida del que pudiera recordar mientras el aire se esforzaba pasar a su interior en desesperación.

Toda su vida perdida en dolor y amargura se redujo a ese instante, ese náceme beso lleno de vida que devuelve color en el hambre camino de dejar atrás la vida demasiada dura para un solo ser solo.

Las campanas le recordaron que nunca fue más que el tiempo de caída del fruto en la altura de un inconmensurable árbol eterno.

El suelo lo despertó en un cielo inexistente mientras nadie hubo que llorara su ida, solo su madre notó el plato sin comer.

La pluma de dragón la dejo la tempestad posada suavemente sobre la celtica cruz cubierta del rocío silente.

Una raíz crujió fuera de la semilla al penetrar la tierra negra llena de hojarasca observada por un elfo meditabundo cubierto de neblina heliotropo bajo la luz de Egna la luna de invierno, los copos llenaban de a poco el delicado cáliz de la flor de luz.

Nunca tuvo padre ni conoció hermanos, no tuvo posesión ni heredad, solo tierra bajo sus uñas largas un manto oscuro y un bastón.

Se quedó quieto pensando sentado al interior de la oquedad del tronco del árbol entre las colinas frente al rio del mar, cerro sus ojos para exprimir lagrimas ya que no sabía llorar, si solo hubiese un dios murmuraba, no sería tanto el dolor de la soledad.

André


¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.




 Compartir
Redes sociales
Facebook Twitter Google Bookmark MySpace Fresqui Meneame