La sombra
Poema publicado el 01 de Diciembre de 2010
Siempre estás aquí, revolviendo mis recuerdos,
endulzándolos con lastimaduras de olvido;
a veces, escucho tu voz, a lo lejos, en la distancia
llena de reproches, llena de apatía y sinsabores
envolviéndome en este océano de soledad;
siempre deambulas por mi mente pacata,
con todos tus aromas y perfumes,
con tus sudores matutinos y llenos de pasión,
esa que hasta mí ya no regresará;
me llevas y me traes hacia aquellos años
como un boomerang incierto y desprolijo
degollándome, ahogándome,
haciendo de tu clamor de ausencia,
una veraz y certera puñalada;
siempre merodeas por aquí,
sobre esta piel escasa y paupérrima de caricias,
dejando en ella el dulzor exquisito de este amor
que se ha desvanecido como la niebla
paralizándome y dejándome tiesa;
siempre vienes hasta aquí, tu rostro me vigila,
tus pasos me custodian, tu mirada me hipnotiza,
tus manos me rozan la sinrazón,
tus silencios extraños me obnubilan,
tus ojos me juzgan y me condenan
a vivir siempre en la prerrogativa
de saber que ya no están conmigo;
siempre estás aquí, de una forma u otra,
lo que no ha sido y lo que fue,
las dispensas de la culpa, inexorables,
la franqueza de tu adiós, inexpugnable.
Como una sombra…
que siempre me acompaña
que adolece en mi conciencia
que se aferra a mi extrema pobreza
de no saber cómo hacer para entregar todo de mi
sin temer a la pérdida.
Sólo espero poder librarme de ella…
y sobrevivirla antes de que ella
me lleve a la tumba.
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Poema publicado el 01 de Diciembre de 2010
Siempre estás aquí, revolviendo mis recuerdos,
endulzándolos con lastimaduras de olvido;
a veces, escucho tu voz, a lo lejos, en la distancia
llena de reproches, llena de apatía y sinsabores
envolviéndome en este océano de soledad;
siempre deambulas por mi mente pacata,
con todos tus aromas y perfumes,
con tus sudores matutinos y llenos de pasión,
esa que hasta mí ya no regresará;
me llevas y me traes hacia aquellos años
como un boomerang incierto y desprolijo
degollándome, ahogándome,
haciendo de tu clamor de ausencia,
una veraz y certera puñalada;
siempre merodeas por aquí,
sobre esta piel escasa y paupérrima de caricias,
dejando en ella el dulzor exquisito de este amor
que se ha desvanecido como la niebla
paralizándome y dejándome tiesa;
siempre vienes hasta aquí, tu rostro me vigila,
tus pasos me custodian, tu mirada me hipnotiza,
tus manos me rozan la sinrazón,
tus silencios extraños me obnubilan,
tus ojos me juzgan y me condenan
a vivir siempre en la prerrogativa
de saber que ya no están conmigo;
siempre estás aquí, de una forma u otra,
lo que no ha sido y lo que fue,
las dispensas de la culpa, inexorables,
la franqueza de tu adiós, inexpugnable.
Como una sombra…
que siempre me acompaña
que adolece en mi conciencia
que se aferra a mi extrema pobreza
de no saber cómo hacer para entregar todo de mi
sin temer a la pérdida.
Sólo espero poder librarme de ella…
y sobrevivirla antes de que ella
me lleve a la tumba.
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