0 votos
1 visitas/día
3174 dias online

El caminante - Poemas de Antonio Valdez Sortillón



Poemas » antonio valdez sortillon » el caminante




El caminante
Poema publicado el 01 de Junio de 2015

Un caminante sin rumbo,
solo se guiaba por el sendero,
caminaba vacilante, mirando el cielo,
buscaba paz y piedad,
fue pecador y maldito,
su camino era torcido,
lleno de resentimiento,
no tenía piedad ni misericordia,
pues a él no se la habían dado,
miraba a la gente con desprecio,
odiaba sus sentimientos,
flotaban sus pensamientos,
ironías y sarcasmo era lo que decía,
la gente que le rodeaba,
también lo odiaba y lo rechazaba,
el reía de sus sentires,
no vacilaba en odiarlos,
sentase a la sombra de un árbol,
un pequeño se le acerco,
en su inocencia le pregunto:
¿Por qué no te quieren?...
¿Qué hiciste que te odian tanto?,
él solo lo observo impávido,
no soy buena compañía, ¡aléjate!,
el peque solo sonríe y le da la mano,
ya te dije que te alejes estoy maldito,
y eso ¿Qué es?, ¿quién te hizo esto?
¿porque sufres?, la vida es muy bonita,
el caminante desesperado lo observa
y nuevamente le pide que se aleje,
la terquedad del pequeño lo exaspera,
llega otra persona por el pequeño,
y le dice: --¡aléjate del demonio!—
mama él no es el diablo, solo sufre
calla, y vámonos…
se alejan y la cara del caminante
se torna más dura, mas inclemente,
vaya ahora soy un demonio,
y ese peque no lo ve así, ¿Por qué?,
será que en el mundo hay gente buena,
será que este mundo aún tiene salvación,
si fuera como ese pequeño, no sufriría tanto,
ese niño, ¿sería un ángel?,
¿será mi salvación?,
vaya, soy como las nubes,
unas veces me quedo,
otras solo me ven pasar,
yo con ángeles, estoy loco,
escucha un escándalo entre la gente,
ni siquiera voltea a ver qué sucede,
solo oye gritos pidiendo ayuda,
¡bah!, nada tengo que ver en eso,
llego hasta el, la mama del pequeño
con lágrimas en sus ojos le decía,
¡maldito caminante, me robaste mi hijo!,
cálmese , como fue que le quite al peque,
me lo has quitado, demonio, eres un maldito,
si, lo soy, pero no le he quitado nada,
sí, mi hijo acaba de morir,
con sorpresa el corazón del caminante se detiene,
¿pero cómo, si ha estado aquí hace un momento?,
lo sé, ha muerto, nada se puede hacer,
un agudo dolor en el pecho del caminante
se hace más fuerte, la señora se le queda viendo
¡ojala te mueras!, merecido te lo tienes,
ayúdeme, me siento mal,
que lo ayuden sus demonios, sus amigos,
por favor, no puedo más, me siento mal
su vida se extinguía sin poder detenerla,
mirando las nubes exclama:
¡cielo, mi vida por la del peque!,
cae al suelo pesadamente, y en sus ojos
salen dos lágrimas, que recorren sus mejillas,
la dama lo ve,  inquieta, lo voltea y una sonrisa
en su rostro denotaba la más grande alegría,
había hecho algo por alguien, su vida por la de otro,
llegan corriendo con la señora y le dicen:
--¡su hijo vive!, ¡vive!--, no puede ser pero está vivo
FIN.


¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.




 Compartir
Redes sociales
Facebook Twitter Google Bookmark MySpace Fresqui Meneame