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56 islas - Poemas de Arturo Abad Tejedor



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56 islas
Poema publicado el 26 de Abril de 2020

56 islas varadas en olas de madera,
crujen las tablas soledades,
retando al miedo letal y la pena.
Quien reparara esas 56 islas que naufragaron con el desaliento de la marea,
lágrimas derramadas en mares muertos,
tribulación y espinas,
de aquellos que se fueron,
de aquellos que en el dolor de mi lengua y su lengua extrajera,
inhalan sus nombres al viento.
Mí compasión roja,
de su arrojada herida,
tierra de pasos en espera de frutos,
huellas sin tierra.
Islas sin cielo,
islas sin techo,
techadas de falsas estrellas.
Desnudas de bienes,
embargando los sentimientos,
del ázimo pan y aliento de bocas ajenas,
manos blancas generosas las alimentan.
En unida sonrisa burlando la tristeza,
la esperanza madrastra,
esperanza de antañadas heridas condenas.
Libre,
libre pierde,
libre vuela….
56 islas en un mar de madera,
con una sonrisa franca a la cara y en el duelo de la vida,
sus huellas gravo el destino,
la cruz de la moneda.
Un canto,
dos caras de la pecunia,
garatusas que evitaron su hábito fraterno para no herir a un afín.
56 cuerpos en mantas de abrigo la temperatura es oasis para el camino de vivir,
pero la aventura solo es sueño,
un sueño de existir.
En las extremidades de un colchón duerme postergado el regalón de afectos,
donde hundidos los pensamientos felices el aire respirado es un tamiz,
briznas de fe subasto sin éxito abrazos para los hijos de la calle y el frío,
sencillos anhelos conservan abismos en pozos de recuerdos.
Miméticos habitados,
aislados cuerpos indigentes,
en 56 camas la mochila habitada de nada que perder y poco que ganar,
en las ventanas abiertas está la libertad.
En un mar de madera late un tambor hermanado,
redoble de creencia,
redoble de la vida en una piel amalgamada,
replicando la sonrisa libertaria al cerote,
una sola familia resiste con valor al unísono,
los 56 sin techo de Lasesarre en Comunal Polideportivo.
Los eslabones solidarios no se encadenan ni de noche ni de día,
agradecidos quieren rendir homenaje en estos versos,
al tejido de generosas manos benignas,
cuidadoras de bregado consuelo,
para los menesterosos efímeros del Barakaldo desierto.
Silencio desértico que al despertar seremos bulliciosos niños,
Jugando aprender de nuevo como ayer el roce íntimo de vivir,
perdonándonos los agravios.
En un único humanitarismo todos seremos savia,
magnolias nacidas en el asfalto.

Arturo Abad, un sin techo a 25 de abril del 2020.


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