Déjame que te los muestre una vez más.
Poema publicado el 27 de Julio de 2011
Quiénes me hacen tenerte, adorarte.
Ya te los presenté, a todos ellos,
y tu los describiste con ese arte,
me los hiciste aún mucho más bellos.
Él, fue el primero en verte, entusiasmado,
me dijo “no la dejes escapar”,
sabía que estarías a mi lado,
por su memoria te volví a tomar.
Quiso que nuestro amor no terminara,
quiso que nuestro don me trascendiera,
aún recuerdo el brillo de su cara,
de su mirada, su pasión sincera.
Y hoy yo ya no le tengo junto a mi,
él ya no puede ver como te amé,
pero yo aún le veo al verte a ti,
tu... dile que yo no le olvidaré.
Ella, es la otra inspiración divina,
te trae junto a mi, aún más cerca,
mi mente por morfeo peregrina,
y han convertido tu palabra en merca.
Con ella pagaré su anatomía,
el tacto de su piel, con mi caricia,
precio de su deseo es tu poesía y,
su estremecer, es mi mayor delicia.
No puedo imaginar nada más tierno,
que la sonrisa o la mirada suya,
que entre mis brazos queman al invierno,
cualquier recuerdo aciago hará que huya.
Yo volveré otra vez a hablarte de ellos,
tu volverás a hacerlos aún más grandes,
citaré los que faltan, sus destellos
serán antorchas del camino que andes.
Contexto original: http://goo.gl/0nqnU
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Poema publicado el 27 de Julio de 2011
Quiénes me hacen tenerte, adorarte.
Ya te los presenté, a todos ellos,
y tu los describiste con ese arte,
me los hiciste aún mucho más bellos.
Él, fue el primero en verte, entusiasmado,
me dijo “no la dejes escapar”,
sabía que estarías a mi lado,
por su memoria te volví a tomar.
Quiso que nuestro amor no terminara,
quiso que nuestro don me trascendiera,
aún recuerdo el brillo de su cara,
de su mirada, su pasión sincera.
Y hoy yo ya no le tengo junto a mi,
él ya no puede ver como te amé,
pero yo aún le veo al verte a ti,
tu... dile que yo no le olvidaré.
Ella, es la otra inspiración divina,
te trae junto a mi, aún más cerca,
mi mente por morfeo peregrina,
y han convertido tu palabra en merca.
Con ella pagaré su anatomía,
el tacto de su piel, con mi caricia,
precio de su deseo es tu poesía y,
su estremecer, es mi mayor delicia.
No puedo imaginar nada más tierno,
que la sonrisa o la mirada suya,
que entre mis brazos queman al invierno,
cualquier recuerdo aciago hará que huya.
Yo volveré otra vez a hablarte de ellos,
tu volverás a hacerlos aún más grandes,
citaré los que faltan, sus destellos
serán antorchas del camino que andes.
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