Noche buena
Poema publicado el 29 de Mayo de 2012
Yo aún no olvido aquella noche,
cuando la luna brilló para nosotros dos,
te aseguro ninguna de tantas flores,
igualarán tu perfección.
Ella tomó mi mano para nunca soltarla,
le respondí con caricias en la piel,
de su boca dimanaron palabras,
las cuales me hicieron desaparecer.
Pareciera que estás frustrada,
déjame despojar tu malestar,
quizá si te tengo abrazada,
conoceremos la felicidad.
Nada separó el lazo de nuestras manos,
que a cada paso se estrechaban más,
mira que el cielo está en tus labios,
y la perdición cada que tú te vas.
Los anhelos salieron a flote,
tuve la dicha de estar al lado suyo,
yo la escuchaba hablarme por las noches,
entre mis sueños estaban sus murmullos.
Ya no nos falta nada,
no puedo pedir más,
sólo con ver su mirada,
se calma mi ansiedad.
Afortunado de haberte conocido,
eres la única e indicada,
bendito al haber hecho pacto contigo,
de maravillas tú eres la octava.
No habrá quien nos detenga,
hoy se aleja todo ese dolor,
te traje el cielo, las estrellas,
y la formidable constelación.
Mientras la dormía entre mis brazos,
escuchaba al coro de ángeles cantar,
fue esa noche bajo mi regazo,
la que en tinta sangre se escribirá.
Soy yo quien te seguirá donde vayas,
si gustas ir al infierno iremos los dos,
ya no habrá decisiones ni fallas,
juntos acabemos con el ardor.
Estuve tan cerca del encanto,
donde nadie nos pudiese escuchar,
ella merece sin fin de aplausos,
pues sabe bien cómo maravillar.
Bendita rosa de espinas,
sólo en ti está mi condena,
prefiero morir de tu caricia,
a saber que ya no me recuerdas.
Ese momento fue el predicho,
la ventura que unió nuestras vidas,
hasta ese día mi jardín marchito,
floreció de verte a ti querida.
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Poema publicado el 29 de Mayo de 2012
Yo aún no olvido aquella noche,
cuando la luna brilló para nosotros dos,
te aseguro ninguna de tantas flores,
igualarán tu perfección.
Ella tomó mi mano para nunca soltarla,
le respondí con caricias en la piel,
de su boca dimanaron palabras,
las cuales me hicieron desaparecer.
Pareciera que estás frustrada,
déjame despojar tu malestar,
quizá si te tengo abrazada,
conoceremos la felicidad.
Nada separó el lazo de nuestras manos,
que a cada paso se estrechaban más,
mira que el cielo está en tus labios,
y la perdición cada que tú te vas.
Los anhelos salieron a flote,
tuve la dicha de estar al lado suyo,
yo la escuchaba hablarme por las noches,
entre mis sueños estaban sus murmullos.
Ya no nos falta nada,
no puedo pedir más,
sólo con ver su mirada,
se calma mi ansiedad.
Afortunado de haberte conocido,
eres la única e indicada,
bendito al haber hecho pacto contigo,
de maravillas tú eres la octava.
No habrá quien nos detenga,
hoy se aleja todo ese dolor,
te traje el cielo, las estrellas,
y la formidable constelación.
Mientras la dormía entre mis brazos,
escuchaba al coro de ángeles cantar,
fue esa noche bajo mi regazo,
la que en tinta sangre se escribirá.
Soy yo quien te seguirá donde vayas,
si gustas ir al infierno iremos los dos,
ya no habrá decisiones ni fallas,
juntos acabemos con el ardor.
Estuve tan cerca del encanto,
donde nadie nos pudiese escuchar,
ella merece sin fin de aplausos,
pues sabe bien cómo maravillar.
Bendita rosa de espinas,
sólo en ti está mi condena,
prefiero morir de tu caricia,
a saber que ya no me recuerdas.
Ese momento fue el predicho,
la ventura que unió nuestras vidas,
hasta ese día mi jardín marchito,
floreció de verte a ti querida.
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