Invasión
Poema publicado el 21 de Septiembre de 2023
INVASIÓN
Ayer, en un otoño de frio, estabas en mis pensamientos, invadiendo esta amistad de rosales frondosos con voraces hormigas secretas, cual Normandía de inocente jardín pudiese convertir a un ángel en Tasmania perpetua.
En esa guerra eras mía, y en el fondo sabía que por más que huelas a narcisos, no me pertenecías.
Aun así luché con todas mis fuerzas, y me camuflé tras un frío abrazo, en un beso despreciado, en un llanto oculto bajo mis sábanas sedientas de tu piel, de tus cabellos, de tu calor prohibido.
Me sentí una roca sin sentimientos, en un vómito de un hambriento, en un error del Creador, o en una rebeldía del creado.
Y hui. Deserté.
Rompí mi uniforme rapaz, juré un tratado de paz, y me engañé por enésima vez de no pender de tus latidos.
Y cuando te recuerdo, imagino que a modo de espía sobrevuelo tus sueños, en la soledad de la noche, tratando de no pisar el campo minado que me espera por si caigo en tus brazos, rendido en el suspiro de tu boca, sin trincheras imposibles que recorren tu cuerpo.
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Poema publicado el 21 de Septiembre de 2023
INVASIÓN
Ayer, en un otoño de frio, estabas en mis pensamientos, invadiendo esta amistad de rosales frondosos con voraces hormigas secretas, cual Normandía de inocente jardín pudiese convertir a un ángel en Tasmania perpetua.
En esa guerra eras mía, y en el fondo sabía que por más que huelas a narcisos, no me pertenecías.
Aun así luché con todas mis fuerzas, y me camuflé tras un frío abrazo, en un beso despreciado, en un llanto oculto bajo mis sábanas sedientas de tu piel, de tus cabellos, de tu calor prohibido.
Me sentí una roca sin sentimientos, en un vómito de un hambriento, en un error del Creador, o en una rebeldía del creado.
Y hui. Deserté.
Rompí mi uniforme rapaz, juré un tratado de paz, y me engañé por enésima vez de no pender de tus latidos.
Y cuando te recuerdo, imagino que a modo de espía sobrevuelo tus sueños, en la soledad de la noche, tratando de no pisar el campo minado que me espera por si caigo en tus brazos, rendido en el suspiro de tu boca, sin trincheras imposibles que recorren tu cuerpo.
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