Olvidarte
Poema publicado el 12 de Diciembre de 2021
No puedo dormir.
No puedo olvidarte.
No sé dónde encontrarte
ni soy capaz de encontrarme,
y ya no sé qué coño decir.
¿Qué viene después de ti?
Qué hago con las horas que se caen,
mojando el suelo de un jugo
grasiento y putrefacto,
que de facto adormece
el ardimiento de la manta,
resbala
y ablanda el pavimento.
¿Qué le tengo que hacer al gato
para que deje de maullar
sentao frente a la puerta?
Maceta peluda, esbelta,
que sin la tela de tu falda
ya no encuentra buen asiento.
Decir que te echo de menos
sin reprocharte nada
sería tan difícil
como desearte suerte
sin un pero a la espalda;
o como hacer frente al rencor
sin echarte nunca en falta,
guardándote a ti en un cajón,
saludándote
como si no hubiera pasao nada.
Pero qué le puedo hacer yo,
si aún no estoy ni en proceso.
Si aún no admití que se acabó
todo lo que nunca has hecho
y tanto esperaba que hicieras.
Si ni quiero olvidarte
ni me he puesto a intentarlo,
y todavía pienso
que puedo superarte
sin dejar de verte
ni incluirte en mis diarios.
Sin buscar ciego en el metro
el azul de tus ojitos,
o querer pintar las vías
de un rojo un poco más vivo
que ese triste gris oxidado.
Quiero más y más,
porque nunca me has querido
y no he podido gastar mis ganas.
De amor nunca estoy vacío
porque no hallo a quién dárselo;
pero se me está terminando
porque ya estoy acabado
y no sé cómo vivir.
Cómo pasar el rato.
Cómo limpiar el suelo
de un jugo sombrío y cruento,
que de pronto aparece
en el fondo de un cuenco,
gigante y con agujas
que van marcando el tiempo.
Sin que nadie se lo pida.
Sin que pasen los días
teniendo la certeza
de que voy a volver a verte;
sin encontrarte esperando
una vez por semana,
con ojeras y cansancio,
pero con la misma ilusión
del que no piensa en la muerte.
Si yo ni siquiera he asumido
que te me has desaparecido,
por favor,
no me expliques cómo olvidarte.
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Poema publicado el 12 de Diciembre de 2021
No puedo dormir.
No puedo olvidarte.
No sé dónde encontrarte
ni soy capaz de encontrarme,
y ya no sé qué coño decir.
¿Qué viene después de ti?
Qué hago con las horas que se caen,
mojando el suelo de un jugo
grasiento y putrefacto,
que de facto adormece
el ardimiento de la manta,
resbala
y ablanda el pavimento.
¿Qué le tengo que hacer al gato
para que deje de maullar
sentao frente a la puerta?
Maceta peluda, esbelta,
que sin la tela de tu falda
ya no encuentra buen asiento.
Decir que te echo de menos
sin reprocharte nada
sería tan difícil
como desearte suerte
sin un pero a la espalda;
o como hacer frente al rencor
sin echarte nunca en falta,
guardándote a ti en un cajón,
saludándote
como si no hubiera pasao nada.
Pero qué le puedo hacer yo,
si aún no estoy ni en proceso.
Si aún no admití que se acabó
todo lo que nunca has hecho
y tanto esperaba que hicieras.
Si ni quiero olvidarte
ni me he puesto a intentarlo,
y todavía pienso
que puedo superarte
sin dejar de verte
ni incluirte en mis diarios.
Sin buscar ciego en el metro
el azul de tus ojitos,
o querer pintar las vías
de un rojo un poco más vivo
que ese triste gris oxidado.
Quiero más y más,
porque nunca me has querido
y no he podido gastar mis ganas.
De amor nunca estoy vacío
porque no hallo a quién dárselo;
pero se me está terminando
porque ya estoy acabado
y no sé cómo vivir.
Cómo pasar el rato.
Cómo limpiar el suelo
de un jugo sombrío y cruento,
que de pronto aparece
en el fondo de un cuenco,
gigante y con agujas
que van marcando el tiempo.
Sin que nadie se lo pida.
Sin que pasen los días
teniendo la certeza
de que voy a volver a verte;
sin encontrarte esperando
una vez por semana,
con ojeras y cansancio,
pero con la misma ilusión
del que no piensa en la muerte.
Si yo ni siquiera he asumido
que te me has desaparecido,
por favor,
no me expliques cómo olvidarte.
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