(rimbaud et bauldeilaire)
Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
Los caminos carcomidos en sarna y viejas catacumbas,
inspiran las mieles adulteradas de este poeta en vida,
que, si bien, guiado por su engaño mismo, engaña a sus mentiras,
llegando a relatar con su pluma demente, doradas calumnias,
que son doradas no gracias al sol casto, sino es esa luna,
una prostituta redonda, la musa de un amante en cuna,
amamantado por los excesos de su vida de raíces y palos
regados con pus blanquecino de una noche aurea y andando.
Los actos exquisitos de aquellas frías letras moribundas
que en un altar de papel enjuto, idolatran a un triste mundo
de cansadas y demacradas pupilas de dolor profundo,
cuestionan la existencia de un hombre extraviado en aquellas tumbas,
rebuscando como un infante exaltado, la voz de sirenas,
de mujeres solitarias que se desnudan en las hileras,
donde la luna ya no es ramera, sino una flor infinita,
donde los poetas ya no sueñan, sino viven de sus penas,
caminando con sus cuatro patas de tinta negra y olvidada,
fingiendo delirio, retomando el camino forrado en sarna,
comiéndose las uñas de sus pies, esas cargas obstinadas,
y rogándole a la vida infausta que lo deje volver a soñar…
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Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
Los caminos carcomidos en sarna y viejas catacumbas,
inspiran las mieles adulteradas de este poeta en vida,
que, si bien, guiado por su engaño mismo, engaña a sus mentiras,
llegando a relatar con su pluma demente, doradas calumnias,
que son doradas no gracias al sol casto, sino es esa luna,
una prostituta redonda, la musa de un amante en cuna,
amamantado por los excesos de su vida de raíces y palos
regados con pus blanquecino de una noche aurea y andando.
Los actos exquisitos de aquellas frías letras moribundas
que en un altar de papel enjuto, idolatran a un triste mundo
de cansadas y demacradas pupilas de dolor profundo,
cuestionan la existencia de un hombre extraviado en aquellas tumbas,
rebuscando como un infante exaltado, la voz de sirenas,
de mujeres solitarias que se desnudan en las hileras,
donde la luna ya no es ramera, sino una flor infinita,
donde los poetas ya no sueñan, sino viven de sus penas,
caminando con sus cuatro patas de tinta negra y olvidada,
fingiendo delirio, retomando el camino forrado en sarna,
comiéndose las uñas de sus pies, esas cargas obstinadas,
y rogándole a la vida infausta que lo deje volver a soñar…
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