Dímelo al oído
Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
Cuando en las alturas
veas el olvido
y de las llanuras
y de los resquicios
tentes lo mezquino,
no pienses en dudas,
ni en malas excusas,
mejor ven conmigo,
dímelo al oído.
Y así, tú suturas
las palabras mudas
y a las penumbras,
os sentirás vivo,
pues toma el estribo,
y ven tú, cautivo,
dímelo al oído.
Y cuando tu excusa
sea una reclusa
y en verdad tu olvido
esté lleno y perdido,
no ansíes tu lucha,
mejor calma, niño,
dímelo al oído.
Si crees que es mucha
vida para el ruido
que hablas compulsivo,
y ves que mi oído
se encuentra en tumba,
no mueras ni sufras,
pues yo soy tu amigo,
y estaré contigo
en todo sentido:
Cuando en las alturas
veas el olvido,
y de las llanuras
y de los resquicios
tentes lo mezquino,
cuando tu excusa
sea tan reclusa
que calle tus gritos,
cuando sientas mucha
la vida que os escucha,
cuando tus latidos
cesen repentinos,
cuando no estés listo,
cuando tu agua hunda
y se vuelva turbia,
cuando honres lo dicho,
cuando estés perdido
en este camino,
cuando huya el respiro,
cuando, arrepentido,
des suaves silbidos,
cuando en verdad sufras
por un enemigo,
y cuando hallas vivido
e intuyas destinos;
tú sabrás, mi amigo,
que siempre tendrás
a mi buen oído,
no para hacer bulla
de lo que has vivido,
ni mucho menos
para vencer
a las mugres dudas,
sino, simplemente,
para que sepas
tú, contar conmigo.
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Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
Cuando en las alturas
veas el olvido
y de las llanuras
y de los resquicios
tentes lo mezquino,
no pienses en dudas,
ni en malas excusas,
mejor ven conmigo,
dímelo al oído.
Y así, tú suturas
las palabras mudas
y a las penumbras,
os sentirás vivo,
pues toma el estribo,
y ven tú, cautivo,
dímelo al oído.
Y cuando tu excusa
sea una reclusa
y en verdad tu olvido
esté lleno y perdido,
no ansíes tu lucha,
mejor calma, niño,
dímelo al oído.
Si crees que es mucha
vida para el ruido
que hablas compulsivo,
y ves que mi oído
se encuentra en tumba,
no mueras ni sufras,
pues yo soy tu amigo,
y estaré contigo
en todo sentido:
Cuando en las alturas
veas el olvido,
y de las llanuras
y de los resquicios
tentes lo mezquino,
cuando tu excusa
sea tan reclusa
que calle tus gritos,
cuando sientas mucha
la vida que os escucha,
cuando tus latidos
cesen repentinos,
cuando no estés listo,
cuando tu agua hunda
y se vuelva turbia,
cuando honres lo dicho,
cuando estés perdido
en este camino,
cuando huya el respiro,
cuando, arrepentido,
des suaves silbidos,
cuando en verdad sufras
por un enemigo,
y cuando hallas vivido
e intuyas destinos;
tú sabrás, mi amigo,
que siempre tendrás
a mi buen oído,
no para hacer bulla
de lo que has vivido,
ni mucho menos
para vencer
a las mugres dudas,
sino, simplemente,
para que sepas
tú, contar conmigo.
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