Oda al río
Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
Aquí en las tinieblas
del manto de agua clara
se oye tu canto nuevo,
violín de la barca, huevo
de manantial. La zarza
se ríe a tu risueña
sonrisa y aquel álamo
dice
que no!
que no!
dice
que ese cielo no es claro,
no más claro que tu agua,
lágrimas niñas, calma
sobre el navío joven
que rozas con tus dedos
helados. Yo, joven
navegante, le freno
la ilusión de tus
peces sentados, tus
algas dulces y tus
rocas de antaño, libres,
libres
dicen
que no!
dicen
libres
que tus labios cantantes
son mejores que los picos
de los pájaros, pinos
de invierno, expectante
noche de este verano
caluroso y los niños
se desnudan en boca
y dientes del sol fijo.
Se adentran a tu cauce
y solo en tus fauces
dicen
que no!
que no!
que no!
dicen
que tu agua es más dulce
que la de aquella lluvia
que alimenta los bosques
de terciopelo, dicen
que tus aguas están frías
dicen
que sí!
que sí!
dicen
que se irán por rato,
que se irán para volver
el próximo verano.
Y tú sigues la marcha,
cantando por la noche,
por el alba, las flores
te siguen en la mancha
del otoño y cantan
que sí!
que sí!
Mas después se viene
ese invierno gélido.
Comienzan tus estrépitos,
tus dolores, quejidos
acuíferos de frío
y dices con sigilo
que no!
que no!
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Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
Aquí en las tinieblas
del manto de agua clara
se oye tu canto nuevo,
violín de la barca, huevo
de manantial. La zarza
se ríe a tu risueña
sonrisa y aquel álamo
dice
que no!
que no!
dice
que ese cielo no es claro,
no más claro que tu agua,
lágrimas niñas, calma
sobre el navío joven
que rozas con tus dedos
helados. Yo, joven
navegante, le freno
la ilusión de tus
peces sentados, tus
algas dulces y tus
rocas de antaño, libres,
libres
dicen
que no!
dicen
libres
que tus labios cantantes
son mejores que los picos
de los pájaros, pinos
de invierno, expectante
noche de este verano
caluroso y los niños
se desnudan en boca
y dientes del sol fijo.
Se adentran a tu cauce
y solo en tus fauces
dicen
que no!
que no!
que no!
dicen
que tu agua es más dulce
que la de aquella lluvia
que alimenta los bosques
de terciopelo, dicen
que tus aguas están frías
dicen
que sí!
que sí!
dicen
que se irán por rato,
que se irán para volver
el próximo verano.
Y tú sigues la marcha,
cantando por la noche,
por el alba, las flores
te siguen en la mancha
del otoño y cantan
que sí!
que sí!
Mas después se viene
ese invierno gélido.
Comienzan tus estrépitos,
tus dolores, quejidos
acuíferos de frío
y dices con sigilo
que no!
que no!
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