¡américa supo tarde de caballos!
Poema publicado el 17 de Marzo de 2011
¡AMÉRICA SUPO TARDE DE CABALLOS!
¡El mundo fue hecho lentamente y a pedazos!
América brotó de las manos del dios Sol,
¡omnipotente hacedor de los días y las noches!
El amerindio lo supo desde siempre,
y amasando el oro con manos inocentes
cinceló múltiples imágenes sagradas,
reflejo de sus rayos dorados y su Nombre.
Brotó furtivo el nativo de la América,
igual como los hijos del Yang Tsé,
de Mesopotamia, del Nilo, del Indo,
y de las civilizaciones primigenias del humano.
Nunca supo de caballos ni de ruedas
y jamás fundir el hierro pudo.
Fraguó luchas sangrientas y bravías
sin pretender el exterminio de rivales,
ni verter en las fogatas signos de otros dioses.
Fue dueño de su destino y su futuro
¡hasta que arribaron los hispánicos!
¡Nefarios! que dejaron enfermedades y desdichas,
el terror y la sevicia, la inquisición y su legado.
A las mujeres las violaron,
a los hombres los sumieron en las minas.
¡Su Dios fue testigo y fue partícipe!
Al amerindio no lo venció el dios impuesto por la fuerza,
ni el acero punzante que blandían los extraños;
¡fueron los caballos los causantes de la magia!
La Historia nunca ha dicho
si pidieron el perdón que les obliga,
por tanto crimen de muy lesa humanidad.
¡Esperamos todavía
la reparación que nos adeudan!;
y mientras va migrando el tiempo
nuestros cerebros continúan cautivos de sus genes,
y nuestros actos se parecen a los suyos.
Los indígenas de América
jamás fundir el hierro vieron,
nunca domeñaron los caballos,
ni tuvieron la malicia suficiente,
para escoger como patrono...
¡un esforzado Dios guerrero!
De: LOS ETERNOS EMIGRANTES
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Poema publicado el 17 de Marzo de 2011
¡AMÉRICA SUPO TARDE DE CABALLOS!
¡El mundo fue hecho lentamente y a pedazos!
América brotó de las manos del dios Sol,
¡omnipotente hacedor de los días y las noches!
El amerindio lo supo desde siempre,
y amasando el oro con manos inocentes
cinceló múltiples imágenes sagradas,
reflejo de sus rayos dorados y su Nombre.
Brotó furtivo el nativo de la América,
igual como los hijos del Yang Tsé,
de Mesopotamia, del Nilo, del Indo,
y de las civilizaciones primigenias del humano.
Nunca supo de caballos ni de ruedas
y jamás fundir el hierro pudo.
Fraguó luchas sangrientas y bravías
sin pretender el exterminio de rivales,
ni verter en las fogatas signos de otros dioses.
Fue dueño de su destino y su futuro
¡hasta que arribaron los hispánicos!
¡Nefarios! que dejaron enfermedades y desdichas,
el terror y la sevicia, la inquisición y su legado.
A las mujeres las violaron,
a los hombres los sumieron en las minas.
¡Su Dios fue testigo y fue partícipe!
Al amerindio no lo venció el dios impuesto por la fuerza,
ni el acero punzante que blandían los extraños;
¡fueron los caballos los causantes de la magia!
La Historia nunca ha dicho
si pidieron el perdón que les obliga,
por tanto crimen de muy lesa humanidad.
¡Esperamos todavía
la reparación que nos adeudan!;
y mientras va migrando el tiempo
nuestros cerebros continúan cautivos de sus genes,
y nuestros actos se parecen a los suyos.
Los indígenas de América
jamás fundir el hierro vieron,
nunca domeñaron los caballos,
ni tuvieron la malicia suficiente,
para escoger como patrono...
¡un esforzado Dios guerrero!
De: LOS ETERNOS EMIGRANTES
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.
