Es mia tu mirada
Poema publicado el 24 de Abril de 2009
ES MÍA TU MIRADA
Las miradas las hizo Dios para juntarnos,
y nos dio plena libertad en la escogencia.
Hay extraños ojos que nos queman,
porque guardan en su fondo la certeza
de querernos fundir entre sus llamas.
Ojos hay que otra vida pueden darnos
con su brillo, sus goces y sus dichas,
o quitarnos la nuestra para siempre.
Los de Fanny acompañaron a Simón,
iluminando su espada en las batallas
de Boyacá, Junín, y el Congreso de Angostura;
finalmente en Santa Marta, en su adiós
y su agonía, vertieron poemas en su mano.
Hay miradas que enloquecen nuestros días,
y las hay que nos deparan sin saberlo,
espasmos que jamás imaginamos.
Hay iris que nunca han de brillar,
escondiendo su fulgor como si fuesen
ajenos a la vida que podrían prolongar;
algunos atraen a sus órbitas
erráticos dolientes que mitigan
el destino inconcluso con su luz.
Pupilas hay indolentes y egoístas
que niegan completa su ambrosía,
al caminante insensato que pretende
calmar su sed infinita en unos ojos.
No podría mostrarnos la ceguera
el deseo material que se desborda
cuando brotan ardientes los deseos,
en miradas que desnudan hasta el alma.
Ciertas miradas pueden conducir al desvarío
o atormentarnos con guiños la conciencia,
si manifiestan en su brillo la malicia
o muestran el deseo infinito de entregarse.
Algunas miradas amalgaman y esclavizan
a las nuestras; otras matan sin preverlo,
sin que pueda apartarlas ni la muerte.
Así, perenne, indefinible… casi eterna,
la mirada que siempre me acompaña,
que fue elegida por ti para la mía.
De: PALABRAS AL BORDE DEL AMOR
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Poema publicado el 24 de Abril de 2009
ES MÍA TU MIRADA
Las miradas las hizo Dios para juntarnos,
y nos dio plena libertad en la escogencia.
Hay extraños ojos que nos queman,
porque guardan en su fondo la certeza
de querernos fundir entre sus llamas.
Ojos hay que otra vida pueden darnos
con su brillo, sus goces y sus dichas,
o quitarnos la nuestra para siempre.
Los de Fanny acompañaron a Simón,
iluminando su espada en las batallas
de Boyacá, Junín, y el Congreso de Angostura;
finalmente en Santa Marta, en su adiós
y su agonía, vertieron poemas en su mano.
Hay miradas que enloquecen nuestros días,
y las hay que nos deparan sin saberlo,
espasmos que jamás imaginamos.
Hay iris que nunca han de brillar,
escondiendo su fulgor como si fuesen
ajenos a la vida que podrían prolongar;
algunos atraen a sus órbitas
erráticos dolientes que mitigan
el destino inconcluso con su luz.
Pupilas hay indolentes y egoístas
que niegan completa su ambrosía,
al caminante insensato que pretende
calmar su sed infinita en unos ojos.
No podría mostrarnos la ceguera
el deseo material que se desborda
cuando brotan ardientes los deseos,
en miradas que desnudan hasta el alma.
Ciertas miradas pueden conducir al desvarío
o atormentarnos con guiños la conciencia,
si manifiestan en su brillo la malicia
o muestran el deseo infinito de entregarse.
Algunas miradas amalgaman y esclavizan
a las nuestras; otras matan sin preverlo,
sin que pueda apartarlas ni la muerte.
Así, perenne, indefinible… casi eterna,
la mirada que siempre me acompaña,
que fue elegida por ti para la mía.
De: PALABRAS AL BORDE DEL AMOR
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