Me queda
Poema publicado el 13 de Julio de 2011
He perdido la noción del tiempo, apenas han caído las tres en el reloj y mi alma prosigue en libertad. Deambulando en pasajes convertidos en recuerdos aprisiono la nostalgia perdida. Transformadas en letras que embriagan el papel que sufre, al marcar con acto violento las palabras que conforman su alma, derramando libertad en secuencias vagas.
Todo en mi se ha convertido en yagas que enfrentan el corazón con la debilidad del eco profundo. Cicatrizando a diario la inmensidad de insatisfacciones prohibidas.
Caminar a gatas por la sombra del trayecto, arrojando piedras al exterior del camino, prosiguiendo como vagabundo que yerra constante por la incesante colina, sin mirar atrás, dejando en el vértice opuesto las sombras de la locura.
Mis oídos tiritan cuando pronuncias mi nombre, el deseo de poseer el centro de tu ego me pudre en cenizas embriagadas. Colores agotados que abarcan tu silueta y destrozan el supuesto de pertenencia.
Quisiera lograr tocar la cima sin tener que arrastrar mi propia vida, dejar las lágrimas en el charco y bucear en la alegría.
Apenas las fuerzas se multiplican, en el regazo de la insolencia sólo puedo vocalizar un pensamiento.
Nada queda en el cajón de las vivencias pasadas. El cúmulo de arrogancia ha inmortalizado el espesor del sufrir continuo. Sólo quedan recuerdos hundidos en el pozo de la libertad, me queda el alma, el refugio de un sueño enternecedor, la visión de los surcos que han marcado el cosido de mi piel. Me queda la esperanza de rasgar este papel para plasmar belleza.
El apocalipsis de mi Egipto se desnuda en el desierto de la laguna. Mi isla navega en soledad bajo la sombra de una florecilla húmeda. Me queda el sabor de un pequeño aroma.
Me quedan las manos que dejan costar mi presencia en esta vida, que poco a poco se debilita, porque el agua asciende y mi alma se ahoga.
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Poema publicado el 13 de Julio de 2011
He perdido la noción del tiempo, apenas han caído las tres en el reloj y mi alma prosigue en libertad. Deambulando en pasajes convertidos en recuerdos aprisiono la nostalgia perdida. Transformadas en letras que embriagan el papel que sufre, al marcar con acto violento las palabras que conforman su alma, derramando libertad en secuencias vagas.
Todo en mi se ha convertido en yagas que enfrentan el corazón con la debilidad del eco profundo. Cicatrizando a diario la inmensidad de insatisfacciones prohibidas.
Caminar a gatas por la sombra del trayecto, arrojando piedras al exterior del camino, prosiguiendo como vagabundo que yerra constante por la incesante colina, sin mirar atrás, dejando en el vértice opuesto las sombras de la locura.
Mis oídos tiritan cuando pronuncias mi nombre, el deseo de poseer el centro de tu ego me pudre en cenizas embriagadas. Colores agotados que abarcan tu silueta y destrozan el supuesto de pertenencia.
Quisiera lograr tocar la cima sin tener que arrastrar mi propia vida, dejar las lágrimas en el charco y bucear en la alegría.
Apenas las fuerzas se multiplican, en el regazo de la insolencia sólo puedo vocalizar un pensamiento.
Nada queda en el cajón de las vivencias pasadas. El cúmulo de arrogancia ha inmortalizado el espesor del sufrir continuo. Sólo quedan recuerdos hundidos en el pozo de la libertad, me queda el alma, el refugio de un sueño enternecedor, la visión de los surcos que han marcado el cosido de mi piel. Me queda la esperanza de rasgar este papel para plasmar belleza.
El apocalipsis de mi Egipto se desnuda en el desierto de la laguna. Mi isla navega en soledad bajo la sombra de una florecilla húmeda. Me queda el sabor de un pequeño aroma.
Me quedan las manos que dejan costar mi presencia en esta vida, que poco a poco se debilita, porque el agua asciende y mi alma se ahoga.
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