El corazón incauto
Poema publicado el 01 de Marzo de 2024
¡Adónde arribará el incauto corazón,
que como blanca luna incandescente
o rúbeo sol el raciocinio abrasa!
¡Adónde, si entre tanta niebla resplandece
su pasar acelerado, su inquieto palpitar,
su ánimo impaciente y exaltado!
¿Adónde arribará el incauto corazón?
¡Qué hora de nieve cuajará su sangre ardiente!
¡Qué tiempo le dará el apagado de la sombra!
¿Para cuándo esa hora tan oscura?
¿Para cuándo ese tiempo tan nevado?
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
Y si el incauto corazón se me abalanza
en la pelea y como salvaje fiera me destroza,
¡qué sé yo qué haría sino dejarme sucumbir
sin duelo alguno, sin más dolor ni sentimiento!
¡Pero qué blanda hora amansará a esta bestia!
¡Qué tiempo afinará el canto de las aves
y más suavizará su púrpura suicida!
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
Si el incauto corazón cual címbalo retumba
—vibrante metal que se martilla—
dejándose sentir en la hondura de las venas,
si penetrante y atrevido su ritmo disparata,
¿quién menguará entonces su desorden?
¿Qué hora de fuego será el encendido tiempo
que moldee su corazón de argento?
¿Qué hora será la que en la forja de su sino lo disuelva?
¿Qué hora de fuego? ¿Qué encendido tiempo?
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
Si el incauto corazón palpita el pecho
y en dulce y madura fruta se convierte,
si cruel filo talla su carne jugosa y exquisita,
si largo hocico sorbe su néctar milagroso
y sin reserva saborea su entibiada pulpa,
¿qué hora roma, qué despuntada hora
probaría entonces su apetitosa esencia?
¿Qué hora roma y despuntada?
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
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Poema publicado el 01 de Marzo de 2024
¡Adónde arribará el incauto corazón,
que como blanca luna incandescente
o rúbeo sol el raciocinio abrasa!
¡Adónde, si entre tanta niebla resplandece
su pasar acelerado, su inquieto palpitar,
su ánimo impaciente y exaltado!
¿Adónde arribará el incauto corazón?
¡Qué hora de nieve cuajará su sangre ardiente!
¡Qué tiempo le dará el apagado de la sombra!
¿Para cuándo esa hora tan oscura?
¿Para cuándo ese tiempo tan nevado?
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
Y si el incauto corazón se me abalanza
en la pelea y como salvaje fiera me destroza,
¡qué sé yo qué haría sino dejarme sucumbir
sin duelo alguno, sin más dolor ni sentimiento!
¡Pero qué blanda hora amansará a esta bestia!
¡Qué tiempo afinará el canto de las aves
y más suavizará su púrpura suicida!
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
Si el incauto corazón cual címbalo retumba
—vibrante metal que se martilla—
dejándose sentir en la hondura de las venas,
si penetrante y atrevido su ritmo disparata,
¿quién menguará entonces su desorden?
¿Qué hora de fuego será el encendido tiempo
que moldee su corazón de argento?
¿Qué hora será la que en la forja de su sino lo disuelva?
¿Qué hora de fuego? ¿Qué encendido tiempo?
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
Si el incauto corazón palpita el pecho
y en dulce y madura fruta se convierte,
si cruel filo talla su carne jugosa y exquisita,
si largo hocico sorbe su néctar milagroso
y sin reserva saborea su entibiada pulpa,
¿qué hora roma, qué despuntada hora
probaría entonces su apetitosa esencia?
¿Qué hora roma y despuntada?
¡Ay, el incauto corazón, el corazón incauto!
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