Cada madrugada te rehaces
Poema publicado el 16 de Abril de 2011
Futuro Retoño *
CADA MADRUGADA TE REHACES
Tu fragancia ardiente y tu calor, me hacen rehacerte en cada madrugada.
Al recorrer tus redondeces fantasiosas, y sentir entre mis manos tus temblores,
las ansias de besos suaves, conllevan al suspiro prolongado.
Brota la voz interna, profunda, de la necesidad de ti, torbellinos sensuales
palpitan en las almohadas y ensortijadas sábanas.
Entretejo mis dedos en tu dorada cabellera, mientras con labios temblorosos
alcanzo la miel de tus pezones,
al tiempo que intercambiamos alientos, cargados de promesas
sumergidos en abrazo de ruidosa fragua, y movimientos que deletrean tu cintura
y tus caderas de terciopelo y luz,
mi semilla, como fragancia ardiente, cae en el interior de tu vientre,
y entre tus temblores y gemidos, se confunde con el revolotear de los ángeles
que en ese instante sellan tus intimidades, para dar paso a una nueva vida,
de tu paz y la mía, de tu sangre y la mía, como un manantial de vuelos de palomas,
horizontes del color de las estrellas.
A partir de ahora, de esta última madrugada, tu vientre brillará
hasta que los días se vuelvan como agua, pues Dios ha regresado a caminar
bendiciendo los latidos en tu vientre.
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Poema publicado el 16 de Abril de 2011
Futuro Retoño *
CADA MADRUGADA TE REHACES
Tu fragancia ardiente y tu calor, me hacen rehacerte en cada madrugada.
Al recorrer tus redondeces fantasiosas, y sentir entre mis manos tus temblores,
las ansias de besos suaves, conllevan al suspiro prolongado.
Brota la voz interna, profunda, de la necesidad de ti, torbellinos sensuales
palpitan en las almohadas y ensortijadas sábanas.
Entretejo mis dedos en tu dorada cabellera, mientras con labios temblorosos
alcanzo la miel de tus pezones,
al tiempo que intercambiamos alientos, cargados de promesas
sumergidos en abrazo de ruidosa fragua, y movimientos que deletrean tu cintura
y tus caderas de terciopelo y luz,
mi semilla, como fragancia ardiente, cae en el interior de tu vientre,
y entre tus temblores y gemidos, se confunde con el revolotear de los ángeles
que en ese instante sellan tus intimidades, para dar paso a una nueva vida,
de tu paz y la mía, de tu sangre y la mía, como un manantial de vuelos de palomas,
horizontes del color de las estrellas.
A partir de ahora, de esta última madrugada, tu vientre brillará
hasta que los días se vuelvan como agua, pues Dios ha regresado a caminar
bendiciendo los latidos en tu vientre.
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