Ergo bibamus
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Unidos aquà estamos para una acción laudable;
por tanto, hermanos mÃos, arriba. Ergo bibamus!
Resuenen nuestros vasos y callen nuestras lenguas;
levantar vuestras almas muy bien. Ergo bibamus!
He aquà una sentencia tan vieja como sabia;
conserva su vigencia hoy lo mismo que antaño,
y un eco nos aporta de espléndidos festines,
esta jovial y grata consigna: Ergo bibamus!
Hoy he visto a mi dulce amada placentera;
al punto fui y me dije: "Bueno está. Ergo bibamus!"
Me acerqué sin recelo y ella me acogió bien.
Y entonces repetà mi alegre Ergo bibamus!
Mas lo mismo si os mima y os acaricia y besa,
que si nos niega adusta su corazón y brazos,
¿qué recurso nos queda, mientras no nos sonrÃe,
que de nuevo apelar al viejo Ergo bibamus!
De los amigos lejos cruel destino me lleva.
¡Oh fieles camaradas! ¿Qué hacer? Ergo bibamus!
Ya me marcho cargado con liviano bagaje;
quiere decir se impone un doble Ergo bibamus!
Y aunque a veces el cuerpo la carcoma nos roa,
nunca de la alegrÃa vacÃo el tesoro hallamos;
que el alegre al alegre suele prestar rumboso,
asà que, hermanos mios, ¡venga un Ergo bibamus!
Ahora bien: ¿qué debemos cantar en este dÃa?
¡Yo tan sólo pensaba cantar Ergo bibamus!
Pero recuero ahora su especial importancia;
asà que alzar las voces. De nuevo Ergo bibamus!
Este dÃa se nos mete la dicha por la puerta;
resplandecen las nubes, tiembla el trigo dorado;
y una imagen divina brilla ante nuestros ojos;
asà que alegremente cantad Ergo bibamus!
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Unidos aquà estamos para una acción laudable;
por tanto, hermanos mÃos, arriba. Ergo bibamus!
Resuenen nuestros vasos y callen nuestras lenguas;
levantar vuestras almas muy bien. Ergo bibamus!
He aquà una sentencia tan vieja como sabia;
conserva su vigencia hoy lo mismo que antaño,
y un eco nos aporta de espléndidos festines,
esta jovial y grata consigna: Ergo bibamus!
Hoy he visto a mi dulce amada placentera;
al punto fui y me dije: "Bueno está. Ergo bibamus!"
Me acerqué sin recelo y ella me acogió bien.
Y entonces repetà mi alegre Ergo bibamus!
Mas lo mismo si os mima y os acaricia y besa,
que si nos niega adusta su corazón y brazos,
¿qué recurso nos queda, mientras no nos sonrÃe,
que de nuevo apelar al viejo Ergo bibamus!
De los amigos lejos cruel destino me lleva.
¡Oh fieles camaradas! ¿Qué hacer? Ergo bibamus!
Ya me marcho cargado con liviano bagaje;
quiere decir se impone un doble Ergo bibamus!
Y aunque a veces el cuerpo la carcoma nos roa,
nunca de la alegrÃa vacÃo el tesoro hallamos;
que el alegre al alegre suele prestar rumboso,
asà que, hermanos mios, ¡venga un Ergo bibamus!
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Este dÃa se nos mete la dicha por la puerta;
resplandecen las nubes, tiembla el trigo dorado;
y una imagen divina brilla ante nuestros ojos;
asà que alegremente cantad Ergo bibamus!
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