El martín pescador
Poema publicado el 19 de Octubre de 2010
“ E L M A R T Í N P E S C A D O R”
(Un canto a la humildad)
Poema colombiano de autor desconocido
“En el diluvio, cuando los muy contados seres
que por favor del cielo pudiéronse salvar,
animales y plantas, pastores y mujeres,
bogaban por el mundo convertido en mar.
Dijo Noé: No habrá en el arca algún valiente
que, atravesando nubes, el rayo, el huracán,
vuele, suba al trono de Dios omnipotente
a preguntarle: ¿ cuándo sus iras concluirán?
Yo! dijo el águila, que son ésos mis senderos.
Pero, a su paso, gritó Noé con emoción:
Huirán despavoridos los tímidos luceros
que del Azul Palacio los centinelas son.
Enviadme a mí, propuso el búho,
yo que, a oscuras, por los airados cielos
acostumbro a rondar.
Te cegará el sol, exclamó Noé,
que a duras penas con luz de estrellas
aciertas a volar.
Queréis que vaya yo? Preguntó el ruiseñor.
Una locura sin igual sería, dijo Noé,
enviarte a ti que al más tenue rayo de luna
olvidarás la senda del cielo al que te envié
y seguirás cantando, embriagado en tu gorjeo,
perdido entre las ondas y de la luna en pos.
Un ave humilde, cuerda, audaz
es la que deseo,
para atreverme a enviarla
cual mensajera a Dios.
En esto una avecilla de gris color de tierra
se posó ante el Patriarca y dijo así:
Señor, el más humilde soy
de los pájaros que encierra la nave que lleváis.
Soy el Martín Pescador.
Mi linaje oscuro fue
ni artista ni ilustrado he sido,
tan sólo tengo noble el corazón.
Si queréis, aunque nunca tan alto yo he volado,
iré a llevar al trono de Dios vuestra oración.
Del arca salvadora el místico remero
pensativo quedó. Miró al Martín Pescador
y enternecido dijo: Serás mi mensajero,
vete a llevar mi súplica al Señor.
El ave alzó su vuelo sin miedo ni desmayo,
repitiendo el mensaje que a Dios debía llevar;
atravesó las nubes, el huracán y el rayo,
volando sin descanso, subiendo sin cesar.
Pero al tocar sus alas la bóveda infinita
del verdadero cielo, morada del Señor,
en incesante asfixia su corazón palpita,
pues sólo el ángel vive de azul, de luz y amor.
Apenas pudo, presa del vértigo del cielo,
con tímidas palabras su súplica decir;
después bajó a la tierra con denodado vuelo,
sin la respuesta ansiada que ambicionaba oír.
Vio a lo lejos el arca;
con renovado brío apresuró su vuelo;
llegó, llamó y entró.
Al fin dijo Noé, calmando el tumulto y vocerío:
¿Por qué el color de tus alas se cambió?
Maravilloso manto de seda azul tejido
sobre tu espalda traes.
Lo ignoraba, señor;
desde que entré a los cielos de mí nada he sabido,
respondió temblando
el Martín Pescador.
Sí…La respuesta es ésa que a mi porfiado anhelo
desde tu alcázar mandas ¡oh Dios!, clamó Noé.
Comprendo lo que dice el azul jirón de cielo
que echaste sobre el ave que hasta tu trono fue.
El diluvio cesó y en la tierra perdonada
hubo otra vez aurora, primavera y flor
y el corazón del hombre de nuevo la jornada
emprendió hacia la vida, la gloria y el amor.
Y el Martín Pescador de la mítica leyenda
su túnica de cielo jamás volvió a dejar
para enseñarnos, cuando su azul plumaje extienda,
que sólo fue el humilde quien pudo a Dios llegar.”
“ E L M A R T Í N P E S C A D O R”
(Un canto a la humildad)
Poema colombiano de autor desconocido
“En el diluvio, cuando los muy contados seres
que por favor del cielo pudiéronse salvar,
animales y plantas, pastores y mujeres,
bogaban por el mundo convertido en mar.
Dijo Noé: No habrá en el arca algún valiente
que, atravesando nubes, el rayo, el huracán,
vuele, suba al trono de Dios omnipotente
a preguntarle: ¿ cuándo sus iras concluirán?
Yo! dijo el águila, que son ésos mis senderos.
Pero, a su paso, gritó Noé con emoción:
Huirán despavoridos los tímidos luceros
que del Azul Palacio los centinelas son.
Enviadme a mí, propuso el búho,
yo que, a oscuras, por los airados cielos
acostumbro a rondar.
Te cegará el sol, exclamó Noé,
que a duras penas con luz de estrellas
aciertas a volar.
Queréis que vaya yo? Preguntó el ruiseñor.
Una locura sin igual sería, dijo Noé,
enviarte a ti que al más tenue rayo de luna
olvidarás la senda del cielo al que te envié
y seguirás cantando, embriagado en tu gorjeo,
perdido entre las ondas y de la luna en pos.
Un ave humilde, cuerda, audaz
es la que deseo,
para atreverme a enviarla
cual mensajera a Dios.
En esto una avecilla de gris color de tierra
se posó ante el Patriarca y dijo así:
Señor, el más humilde soy
de los pájaros que encierra la nave que lleváis.
Soy el Martín Pescador.
Mi linaje oscuro fue
ni artista ni ilustrado he sido,
tan sólo tengo noble el corazón.
Si queréis, aunque nunca tan alto yo he volado,
iré a llevar al trono de Dios vuestra oración.
Del arca salvadora el místico remero
pensativo quedó. Miró al Martín Pescador
y enternecido dijo: Serás mi mensajero,
vete a llevar mi súplica al Señor.
El ave alzó su vuelo sin miedo ni desmayo,
repitiendo el mensaje que a Dios debía llevar;
atravesó las nubes, el huracán y el rayo,
volando sin descanso, subiendo sin cesar.
Pero al tocar sus alas la bóveda infinita
del verdadero cielo, morada del Señor,
en incesante asfixia su corazón palpita,
pues sólo el ángel vive de azul, de luz y amor.
Apenas pudo, presa del vértigo del cielo,
con tímidas palabras su súplica decir;
después bajó a la tierra con denodado vuelo,
sin la respuesta ansiada que ambicionaba oír.
Vio a lo lejos el arca;
con renovado brío apresuró su vuelo;
llegó, llamó y entró.
Al fin dijo Noé, calmando el tumulto y vocerío:
¿Por qué el color de tus alas se cambió?
Maravilloso manto de seda azul tejido
sobre tu espalda traes.
Lo ignoraba, señor;
desde que entré a los cielos de mí nada he sabido,
respondió temblando
el Martín Pescador.
Sí…La respuesta es ésa que a mi porfiado anhelo
desde tu alcázar mandas ¡oh Dios!, clamó Noé.
Comprendo lo que dice el azul jirón de cielo
que echaste sobre el ave que hasta tu trono fue.
El diluvio cesó y en la tierra perdonada
hubo otra vez aurora, primavera y flor
y el corazón del hombre de nuevo la jornada
emprendió hacia la vida, la gloria y el amor.
Y el Martín Pescador de la mítica leyenda
su túnica de cielo jamás volvió a dejar
para enseñarnos, cuando su azul plumaje extienda,
que sólo fue el humilde quien pudo a Dios llegar.”
“ E L M A R T Í N P E S C A D O R”
(Un canto a la humildad)
Poema colombiano de autor desconocido
“En el diluvio, cuando los muy contados seres
que por favor del cielo pudiéronse salvar,
animales y plantas, pastores y mujeres,
bogaban por el mundo convertido en mar.
Dijo Noé: No habrá en el arca algún valiente
que, atravesando nubes, el rayo, el huracán,
vuele, suba al trono de Dios omnipotente
a preguntarle: ¿ cuándo sus iras concluirán?
Yo! dijo el águila, que son ésos mis senderos.
Pero, a su paso, gritó Noé con emoción:
Huirán despavoridos los tímidos luceros
que del Azul Palacio los centinelas son.
Enviadme a mí, propuso el búho,
yo que, a oscuras, por los airados cielos
acostumbro a rondar.
Te cegará el sol, exclamó Noé,
que a duras penas con luz de estrellas
aciertas a volar.
Queréis que vaya yo? Preguntó el ruiseñor.
Una locura sin igual sería, dijo Noé,
enviarte a ti que al más tenue rayo de luna
olvidarás la senda del cielo al que te envié
y seguirás cantando, embriagado en tu gorjeo,
perdido entre las ondas y de la luna en pos.
Un ave humilde, cuerda, audaz
es la que deseo,
para atreverme a enviarla
cual mensajera a Dios.
En esto una avecilla de gris color de tierra
se posó ante el Patriarca y dijo así:
Señor, el más humilde soy
de los pájaros que encierra la nave que lleváis.
Soy el Martín Pescador.
Mi linaje oscuro fue
ni artista ni ilustrado he sido,
tan sólo tengo noble el corazón.
Si queréis, aunque nunca tan alto yo he volado,
iré a llevar al trono de Dios vuestra oración.
Del arca salvadora el místico remero
pensativo quedó. Miró al Martín Pescador
y enternecido dijo: Serás mi mensajero,
vete a llevar mi súplica al Señor.
El ave alzó su vuelo sin miedo ni desmayo,
repitiendo el mensaje que a Dios debía llevar;
atravesó las nubes, el huracán y el rayo,
volando sin descanso, subiendo sin cesar.
Pero al tocar sus alas la bóveda infinita
del verdadero cielo, morada del Señor,
en incesante asfixia su corazón palpita,
pues sólo el ángel vive de azul, de luz y amor.
Apenas pudo, presa del vértigo del cielo,
con tímidas palabras su súplica decir;
después bajó a la tierra con denodado vuelo,
sin la respuesta ansiada que ambicionaba oír.
Vio a lo lejos el arca;
con renovado brío apresuró su vuelo;
llegó, llamó y entró.
Al fin dijo Noé, calmando el tumulto y vocerío:
¿Por qué el color de tus alas se cambió?
Maravilloso manto de seda azul tejido
sobre tu espalda traes.
Lo ignoraba, señor;
desde que entré a los cielos de mí nada he sabido,
respondió temblando
el Martín Pescador.
Sí…La respuesta es ésa que a mi porfiado anhelo
desde tu alcázar mandas ¡oh Dios!, clamó Noé.
Comprendo lo que dice el azul jirón de cielo
que echaste sobre el ave que hasta tu trono fue.
El diluvio cesó y en la tierra perdonada
hubo otra vez aurora, primavera y flor
y el corazón del hombre de nuevo la jornada
emprendió hacia la vida, la gloria y el amor.
Y el Martín Pescador de la mítica leyenda
su túnica de cielo jamás volvió a dejar
para enseñarnos, cuando su azul plumaje extienda,
que sólo fue el humilde quien pudo a Dios llegar.”
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Poema publicado el 19 de Octubre de 2010
“ E L M A R T Í N P E S C A D O R”
(Un canto a la humildad)
Poema colombiano de autor desconocido
“En el diluvio, cuando los muy contados seres
que por favor del cielo pudiéronse salvar,
animales y plantas, pastores y mujeres,
bogaban por el mundo convertido en mar.
Dijo Noé: No habrá en el arca algún valiente
que, atravesando nubes, el rayo, el huracán,
vuele, suba al trono de Dios omnipotente
a preguntarle: ¿ cuándo sus iras concluirán?
Yo! dijo el águila, que son ésos mis senderos.
Pero, a su paso, gritó Noé con emoción:
Huirán despavoridos los tímidos luceros
que del Azul Palacio los centinelas son.
Enviadme a mí, propuso el búho,
yo que, a oscuras, por los airados cielos
acostumbro a rondar.
Te cegará el sol, exclamó Noé,
que a duras penas con luz de estrellas
aciertas a volar.
Queréis que vaya yo? Preguntó el ruiseñor.
Una locura sin igual sería, dijo Noé,
enviarte a ti que al más tenue rayo de luna
olvidarás la senda del cielo al que te envié
y seguirás cantando, embriagado en tu gorjeo,
perdido entre las ondas y de la luna en pos.
Un ave humilde, cuerda, audaz
es la que deseo,
para atreverme a enviarla
cual mensajera a Dios.
En esto una avecilla de gris color de tierra
se posó ante el Patriarca y dijo así:
Señor, el más humilde soy
de los pájaros que encierra la nave que lleváis.
Soy el Martín Pescador.
Mi linaje oscuro fue
ni artista ni ilustrado he sido,
tan sólo tengo noble el corazón.
Si queréis, aunque nunca tan alto yo he volado,
iré a llevar al trono de Dios vuestra oración.
Del arca salvadora el místico remero
pensativo quedó. Miró al Martín Pescador
y enternecido dijo: Serás mi mensajero,
vete a llevar mi súplica al Señor.
El ave alzó su vuelo sin miedo ni desmayo,
repitiendo el mensaje que a Dios debía llevar;
atravesó las nubes, el huracán y el rayo,
volando sin descanso, subiendo sin cesar.
Pero al tocar sus alas la bóveda infinita
del verdadero cielo, morada del Señor,
en incesante asfixia su corazón palpita,
pues sólo el ángel vive de azul, de luz y amor.
Apenas pudo, presa del vértigo del cielo,
con tímidas palabras su súplica decir;
después bajó a la tierra con denodado vuelo,
sin la respuesta ansiada que ambicionaba oír.
Vio a lo lejos el arca;
con renovado brío apresuró su vuelo;
llegó, llamó y entró.
Al fin dijo Noé, calmando el tumulto y vocerío:
¿Por qué el color de tus alas se cambió?
Maravilloso manto de seda azul tejido
sobre tu espalda traes.
Lo ignoraba, señor;
desde que entré a los cielos de mí nada he sabido,
respondió temblando
el Martín Pescador.
Sí…La respuesta es ésa que a mi porfiado anhelo
desde tu alcázar mandas ¡oh Dios!, clamó Noé.
Comprendo lo que dice el azul jirón de cielo
que echaste sobre el ave que hasta tu trono fue.
El diluvio cesó y en la tierra perdonada
hubo otra vez aurora, primavera y flor
y el corazón del hombre de nuevo la jornada
emprendió hacia la vida, la gloria y el amor.
Y el Martín Pescador de la mítica leyenda
su túnica de cielo jamás volvió a dejar
para enseñarnos, cuando su azul plumaje extienda,
que sólo fue el humilde quien pudo a Dios llegar.”
“ E L M A R T Í N P E S C A D O R”
(Un canto a la humildad)
Poema colombiano de autor desconocido
“En el diluvio, cuando los muy contados seres
que por favor del cielo pudiéronse salvar,
animales y plantas, pastores y mujeres,
bogaban por el mundo convertido en mar.
Dijo Noé: No habrá en el arca algún valiente
que, atravesando nubes, el rayo, el huracán,
vuele, suba al trono de Dios omnipotente
a preguntarle: ¿ cuándo sus iras concluirán?
Yo! dijo el águila, que son ésos mis senderos.
Pero, a su paso, gritó Noé con emoción:
Huirán despavoridos los tímidos luceros
que del Azul Palacio los centinelas son.
Enviadme a mí, propuso el búho,
yo que, a oscuras, por los airados cielos
acostumbro a rondar.
Te cegará el sol, exclamó Noé,
que a duras penas con luz de estrellas
aciertas a volar.
Queréis que vaya yo? Preguntó el ruiseñor.
Una locura sin igual sería, dijo Noé,
enviarte a ti que al más tenue rayo de luna
olvidarás la senda del cielo al que te envié
y seguirás cantando, embriagado en tu gorjeo,
perdido entre las ondas y de la luna en pos.
Un ave humilde, cuerda, audaz
es la que deseo,
para atreverme a enviarla
cual mensajera a Dios.
En esto una avecilla de gris color de tierra
se posó ante el Patriarca y dijo así:
Señor, el más humilde soy
de los pájaros que encierra la nave que lleváis.
Soy el Martín Pescador.
Mi linaje oscuro fue
ni artista ni ilustrado he sido,
tan sólo tengo noble el corazón.
Si queréis, aunque nunca tan alto yo he volado,
iré a llevar al trono de Dios vuestra oración.
Del arca salvadora el místico remero
pensativo quedó. Miró al Martín Pescador
y enternecido dijo: Serás mi mensajero,
vete a llevar mi súplica al Señor.
El ave alzó su vuelo sin miedo ni desmayo,
repitiendo el mensaje que a Dios debía llevar;
atravesó las nubes, el huracán y el rayo,
volando sin descanso, subiendo sin cesar.
Pero al tocar sus alas la bóveda infinita
del verdadero cielo, morada del Señor,
en incesante asfixia su corazón palpita,
pues sólo el ángel vive de azul, de luz y amor.
Apenas pudo, presa del vértigo del cielo,
con tímidas palabras su súplica decir;
después bajó a la tierra con denodado vuelo,
sin la respuesta ansiada que ambicionaba oír.
Vio a lo lejos el arca;
con renovado brío apresuró su vuelo;
llegó, llamó y entró.
Al fin dijo Noé, calmando el tumulto y vocerío:
¿Por qué el color de tus alas se cambió?
Maravilloso manto de seda azul tejido
sobre tu espalda traes.
Lo ignoraba, señor;
desde que entré a los cielos de mí nada he sabido,
respondió temblando
el Martín Pescador.
Sí…La respuesta es ésa que a mi porfiado anhelo
desde tu alcázar mandas ¡oh Dios!, clamó Noé.
Comprendo lo que dice el azul jirón de cielo
que echaste sobre el ave que hasta tu trono fue.
El diluvio cesó y en la tierra perdonada
hubo otra vez aurora, primavera y flor
y el corazón del hombre de nuevo la jornada
emprendió hacia la vida, la gloria y el amor.
Y el Martín Pescador de la mítica leyenda
su túnica de cielo jamás volvió a dejar
para enseñarnos, cuando su azul plumaje extienda,
que sólo fue el humilde quien pudo a Dios llegar.”
“ E L M A R T Í N P E S C A D O R”
(Un canto a la humildad)
Poema colombiano de autor desconocido
“En el diluvio, cuando los muy contados seres
que por favor del cielo pudiéronse salvar,
animales y plantas, pastores y mujeres,
bogaban por el mundo convertido en mar.
Dijo Noé: No habrá en el arca algún valiente
que, atravesando nubes, el rayo, el huracán,
vuele, suba al trono de Dios omnipotente
a preguntarle: ¿ cuándo sus iras concluirán?
Yo! dijo el águila, que son ésos mis senderos.
Pero, a su paso, gritó Noé con emoción:
Huirán despavoridos los tímidos luceros
que del Azul Palacio los centinelas son.
Enviadme a mí, propuso el búho,
yo que, a oscuras, por los airados cielos
acostumbro a rondar.
Te cegará el sol, exclamó Noé,
que a duras penas con luz de estrellas
aciertas a volar.
Queréis que vaya yo? Preguntó el ruiseñor.
Una locura sin igual sería, dijo Noé,
enviarte a ti que al más tenue rayo de luna
olvidarás la senda del cielo al que te envié
y seguirás cantando, embriagado en tu gorjeo,
perdido entre las ondas y de la luna en pos.
Un ave humilde, cuerda, audaz
es la que deseo,
para atreverme a enviarla
cual mensajera a Dios.
En esto una avecilla de gris color de tierra
se posó ante el Patriarca y dijo así:
Señor, el más humilde soy
de los pájaros que encierra la nave que lleváis.
Soy el Martín Pescador.
Mi linaje oscuro fue
ni artista ni ilustrado he sido,
tan sólo tengo noble el corazón.
Si queréis, aunque nunca tan alto yo he volado,
iré a llevar al trono de Dios vuestra oración.
Del arca salvadora el místico remero
pensativo quedó. Miró al Martín Pescador
y enternecido dijo: Serás mi mensajero,
vete a llevar mi súplica al Señor.
El ave alzó su vuelo sin miedo ni desmayo,
repitiendo el mensaje que a Dios debía llevar;
atravesó las nubes, el huracán y el rayo,
volando sin descanso, subiendo sin cesar.
Pero al tocar sus alas la bóveda infinita
del verdadero cielo, morada del Señor,
en incesante asfixia su corazón palpita,
pues sólo el ángel vive de azul, de luz y amor.
Apenas pudo, presa del vértigo del cielo,
con tímidas palabras su súplica decir;
después bajó a la tierra con denodado vuelo,
sin la respuesta ansiada que ambicionaba oír.
Vio a lo lejos el arca;
con renovado brío apresuró su vuelo;
llegó, llamó y entró.
Al fin dijo Noé, calmando el tumulto y vocerío:
¿Por qué el color de tus alas se cambió?
Maravilloso manto de seda azul tejido
sobre tu espalda traes.
Lo ignoraba, señor;
desde que entré a los cielos de mí nada he sabido,
respondió temblando
el Martín Pescador.
Sí…La respuesta es ésa que a mi porfiado anhelo
desde tu alcázar mandas ¡oh Dios!, clamó Noé.
Comprendo lo que dice el azul jirón de cielo
que echaste sobre el ave que hasta tu trono fue.
El diluvio cesó y en la tierra perdonada
hubo otra vez aurora, primavera y flor
y el corazón del hombre de nuevo la jornada
emprendió hacia la vida, la gloria y el amor.
Y el Martín Pescador de la mítica leyenda
su túnica de cielo jamás volvió a dejar
para enseñarnos, cuando su azul plumaje extienda,
que sólo fue el humilde quien pudo a Dios llegar.”
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