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411. - 420. - Poemas de Jorge Lemoine Y Bosshardt



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411. - 420.
Poema publicado el 13 de Febrero de 2009

411.

Perdido el tiempo de recoger actitudes
de alguna mañana que me exista los ojos
sentenciado a sal
de barro proverbial
descifrado
o templo desmentido
la trinchera abandonada
el acecho sitial de los ojos de un muerto
rictus infinito que no desmentirán los gusanos.

descifrado.




412.

Me descalcé el mundo
me cegué los dedos
me desnudé el mundo
cerré cinco ventanas en muro
ciego por ciego
ya sabía silencio
ya sabía negro
por eso silencio negro
por eso todo silencio
y la vigilia en un punto
en silencio de silencio




413.

llevaba los ojos raspados de vientos azules
y un día retorné a mi vigilia
de ventanas dibujadas en los muros




414.

Era la inmovilidad total, la nada
el silencio inmemorial, todo infinito
de repente un temblor, un párpado, un ala
la soledad que estallaba en un latido
Tal vez dios no ha empezado todavía
Yo sé sólo de espigas y raíces.
sé de mis cuadernos y de tu poesía
de lo que te digo y lo que tú me dices.
Pero a veces pienso que llevamos
en el alma un instinto de sismo
que acarreamos la raíz de los relámpagos
el ovario primordial de los destinos.
Y se me ocurre que dios es la burbuja
el equívoco de la inmensidad desolada
que de repente se levanta y desoculta
como el amor que hasta el encuentro nos buscaba.
La eternidad la entiendo por delante
por detrás es un desierto que atropella
pienso en el extravío que nos precedía
como una jauría de rostros y de puertas
Y me parece haber tenido acceso
por tu boca a la ruta profética
a mi primer pie y a mi primera huella
Y con todos mis insomnios en suspenso
me parece que en ti dios se cumpliera.




415.

de soñar con rigor diario las mismas cosas
que dejaba en el sueño como despertando
perdí la realidad.




416.

No sé qué silencio usar
para hacer el monumento del sonido
tal vez el fragor de las cascadas
en las vísceras del hielo contenido
tal vez el del zumbido
derramado
de un caracol triturado, hecho añicos
o el silencio que queda en los abismos
después que cae un pájaro herido.
Puedo usar el silencio de los astros,
que se apagan en la carne de los siglos
—no quiero el silencio que sucede
a las balas de ningún suicidio—

puedo usar el sonido de tu boca
cuando en un beso infinito nos hundimos
o el silencio del silencio cuando saltan
por el aire los desollados ruidos
de la ciudad que se debate en mi ventana.
Hay otros sonidos de martirio
que dejan silencios mucho más dolorosos
esas trompetas con que nos derretimos
volando como evaporados pozos.
Ya elegiré bien con cuidado los ladrillos
de mi torre para construir la anatomía
de la música donde tú y yo vivimos.
Ahora me preocupa el pedestal
la base donde quedará erigido
la palabra que diré para ofrecértelo
Porque de tantos silencios elegidos
si digo el término equivocado
podría derrumbarse mi obelisco.
¡Creo que he encontrado el material más adecuado!
es el silencio de la palabra olvido.
Ahora puedo cantar ¡canta conmigo!
el monumento cantará callado.




417.

no sé con
qué palabra ofrecértelo
para que no
se me derrumbe




418.

música: fuego helado
hielo de música: color.




419.

Quiero un idioma que no tenga silencios
para callar a fuerza de mirarte




420.

A la sombra del pájaro fundamental
el átomo infinito
irradia su lámpara de sombra música

JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT






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