0 votos
1 visitas/día
4830 dias online

El cielo irrepetible (libro de poesía) - Poemas de Jorge Lemoine Y Bosshardt



Poemas » jorge lemoine y bosshardt » el cielo irrepetible (libro de poesia)




Categoría: Poemas de Amor
El cielo irrepetible (libro de poesía)
Poema publicado el 08 de Diciembre de 2010

POEMA




I

Quiero mirarme como a alguien desde un balcón
Tirar mis anzuelos a mi alma
—El agua está tan chata que no sé si es dura o blanda—
Emergerán tus imágenes sin ahuyentar las ondas en un eco
Y te pelaré como a una fruta
Te desnudaré mil veces
Hasta que estés desnuda
Capa por capa cáscara por cáscara
Como retrocediendo el tiempo del árbol
Hasta que quede el microbio de la perla
Y pueda tocar el hijo en un sueño
Y sepa en mis dedos la sensación de mi amor.




II

Por los postigos de tu alma
Chorrean brazos de mañana
Y las mariposas de la lluvia enfrutecen los árboles
Y se levanta el humo del olor a tierra regada
Que gotea por los postigos de tu alma
O se acurruca en las paredes
Y nosotros mismos
Somos semillas de nuestra propia tormenta.




III

Tú eres de verdad
Y voy incendiando bosques de silencio con tu nombre
Erigiendo la torre de un grito
Una torre transparente
Con los ladrillos de mis lágrimas derruidas
Con los escombros de mi ciudad sola
Donde mi ilusión y mi espejismo de alguien
Crecían sobre mis propias huellas
Y he acomodado las gotas que lloraste sobre mis manos pordioseras
Porque eso es lo que tengo de ti
Porque eso es lo que me diste de ti
Porque eso es lo que quiero de ti
El testimonio del cadáver del mar y mi libertad de isla
La calavera del silencio y mis alas de alma
Tus palabras.




IV

Surge el mástil de un grito
Y muerde la piel de mi grito con que te exijo
Y vienes vienes tanto que llegas
Llegas tanto que muerdo tu alma
Y tu presencia grita su presencia
Mientras tu cuerpo es la conciencia
Que piensa y sabe el grito de mi forma.




V

Quisiera poder describirte el amor con que te quiero
En el recinto de mi alma el humo se acumula
Se modula la melodía tenue de tu imagen
Como si en un templo inmenso
Con estruendo de perfumes
Adivinase el casi tácito susurro de tu aroma
Como si en un bosque
El coro de árboles muriese del silencio
Y su voz se alzara como un alma dura de gritos gigantes
Y entre todos ellos tu voz me nombrara diciendo
Si supieras la forma en que te amo
En el recinto de mi alma el humo se acumula...




VI

Dame la mano y tus ojos
Deja a mis palabras ser un párpado en tus tímpanos
Seremos entre la gente
Dame la mano y embastónate en mi renguera que se suprime en ti
Vamos
Subsistiremos las olas como un barco redondo
Y no podrán volcarnos
Vampiraré en tu boca un alba que me despierte
Mientras vaya apretando la noche en tus ojos
Y te duermas apoyada en mí
Mañana estarán lejos los ecos de los árboles
La neblina del silencio habrá desteñido horizontes
Las palabras que nos dicen serán viejas
Y se romperán contra las montañas
Queriendo rescatar nuestros pies
Pero seremos como el horizonte en los ojos de quien nos busque
Y viajaremos con el cielo
Sobre los pasos de quien nos siga

El último beso es un tácito que nos prensa las bocas
Mastiquemos nuestras caras
Y cuando estemos juntos corramos hacia nosotros
Que podremos ajustarnos más
Así
Anonimados en un abrazo
Como nuestras manos se muerden
Marchemos entre la gente
Hasta llegar a nosotros
Dejándonos quizá destruir

Luego nos evaporaremos de nuestros cadáveres
Y nos juntaremos en las nubes
Como dos humos distintos
Y en el mundo se incendiarán los bosques
Para que dos fogatas se den las manos
Ahora
No desancles tus dedos
Cierra este primer párpado en tus oídos que las sirenas silban
Y puedes tener frío
Y tiemblo también de frío de sólo ver la gente
Acumulada ante nosotros como la escarcha en los vidrios
Y tengo miedo de que mi voz se hiele en mi aliento
Y que mi silencio sea un antifaz transparente
En las palabras ajenas

Amiga
Compañera
Novia
Piel de mi carne
Yo mismo y quizá
Lágrima o tú solamente.




VII

Necesito un jirón de tu voz para amordazar la noche
La noche sangra la noche sobre la piel de mi alma
Y mi alma muere equivocada con la sangre suya de la noche
La noche inunda la noche como en tu voz vive tu voz
Tú me señalas con el índice de tu silencio el viento de la noche
Las olas de mis brazos rompen en la playa de río de esta noche
Y tu dedo se alarga con mi deriva inevitable
Tú me puedes salvar
La noche ya me llega al cuello
El silencio alarida su brazo oblicuo y negro e instantáneo
Cuando reviso mis oídos
Bajo mis ojos impotentes de las ventanas vacías
Voy a la bodega de mi mente a sacar el polvo a las imágenes
Estuviste tanto conmigo que nunca tuve tiempo de recordarte o sospecharte
Me sobra tiempo para morir
Me sobra tiempo para recordar
Me sobra tiempo para esperar
Me sobran noche y silencio para morir las mil veces
De mi amor sediento y vacío
Me sobra el pecho de mi ansiedad y mi angustia
Para la última espada conocida del silencio que me sobra
Que sobrará
Y el polvo.




VIII

Voy a tildar en tu tierra con un racimo de estacas
Los ámbitos para mis cosas
Y bosquejaré un itinerario para el calvario del beso
Luego te ungiré de silencio y te untaré de mis ojos
Amor
En los volcanes la lava agazapada
Soporta su mordaza
Los árboles traman en la savia las nuevas hojas
El viento reserva mechones para los corales nuevos
Los pájaros visitan el silencio de las ramas
El viento musica su arroyo para los peces rituales
Amor mío
En las bodegas del silencio se despereza el embrión de una palabra
Se están secando los grillos de una voz no estrenada
Es cierto amor
La primavera llega a tu vientre
Y tus ojos florecen y tus manos
Se pueblan de pájaros festejando las frutas.




IX

Quiero enjuagar mis caricias en tu pelo
Y secarme en tus manos
Guardar en los tímpanos de mi piel
El rumor de la tuya ahora callada
Y enmascarar la distancia tras un vidrio
Porque tengo los dedos transparentes como una hache
Y miedo de hacer flamear tu imagen
Si te beso en el agua
Aunque sólo una brevedad de mí cabe en ti
Eres en las cosas viejas un tiempo larguísmo
Y se han empañado
Amarillentas
Como versos secos
Como los armarios antiguos
Con añejo olor a madera
Y estás encima de todo o todo está detrás de ti
Desfigurado y desteñido como las calles tras los visillos
Y me alzo con mis horas viejas guardadas
Con olor a naftalina de recuerdos
Deshilachadas y arrugadas como el eco sucio de mí mismo
Remedado
Y busco en los bolsillos de cada día sido
Y el perfume de tu mano se anticipa a mi conciencia
Y miro mi alma raída ampollada de quemarse
Con callos de ser siempre ella
Creciendo de sí misma como un vapor nuevo
Y veo una nube transparente y limpia
Resucitando desde un charco de barro
Entonces estás translúcida
Como el calor que me eleva espacial y fantástica
Como el silencio
Y tengo miedo de escucharte en sueños
Porque tu voz podría despertarme.




X

Esta noche izaré tus ojos como pájaros
Para enfrutecer mis cielos áridos
Y mis noches secas
Volveré con tus manos a media asta
Abandonadas como nidos viejos
Frías o calientes pero vacías
Aunque importantes
Pero ellas sin ti
Como huellas de pasos ya dados
Y abandonados
Traeré el trofeo de tu perfume como una bandera rota
Y tu sangre marchitada
Y un hueco en las venas para mi savia
Porque te quedará de mis lanzas
La prolongación de las abejas
Y luego serán mías las gotas de miel
Como una bandera de la tierra
Y tus panales jugosos como campanas recién inauguradas
Que cantarán por tus ojos un título de tu hijo.




XI

Las velas perfuman tenuemente los muros
Y las cosas
Nombrándolas de formas
—Como la noche necesaria para las estrellas—
Las velas titulan las cosas
Como los cantos y palabras dictan los silencios
Las velas desjugan su itinerario total de caminos
Las fogatas dejan resucitar el humo
Como rápidos álamos
Pero quedan los huesos de las cenizas como testigos del fuego
¿Quién se alzará o qué
—Como un árbol heraldo de la tierra—
Sobre los ladrillos de mis ruinas
Para nombrar mis torres?
Tú eres la noche necesaria para mis estrellas.




XII

Tu vientre de durazno gira su quietud
Y se enrolla sobre los latidos del eco caído
Llegas a toda la semilla agarrada
Tus paredes acantaran el hijo de agua
El hijo de frente
Coronado
El hijo de eco que te grité
Cueva
El hijo de sombra
Cueva dolorida de antorchas
El incendio del hijo.




XIII

El sol ha madurado en las ramas del cielo como una fruta
Algún día el cielo floreció de estrellas
Alguien diría que en el azul de los árboles
Han amanecido las frutas
Yo diría que el sol ha madurado en las ramas como un higo
Tú dirías que el sol ha madurado en los brazos del cielo como un nido
Yo te escucharía
Y vería ascender tus hombros azules
Despeñarme en un ocaso
Con el cielo en mis brazos
Con el sol en tus ojos
Y el sol maduraría en el cielo
Como un hijo.




XIV

Mi tristeza estaba en mí como la noche en las cajas cerradas
Y faltaba la cadena de tus cosas
Y mi conciencia de tus cosas
Para desterrar el silencio de mi campana
Con la perpetuidad del mar en los caracoles.




XV

A veces persigno un beso en los cráneos de tus templos
Dentro hierven los coros
Y tiemblan las imágenes
Y vibra el humo lácteo del incienso amontonado
Tú me das los árboles de tus manos
Yo lluevo a ti y arrastro las hilachas de mis dedos
Murmuro en tus calles
Mi amor llueve
Tu ciudad de amor se moja
Despierto tu conciencia en el techo de cada poro
Apago la leña en tus ojos
Y me llevo la ceniza
Sin la efe en que agoniza el fuego
Corro
Y corro los harapos de mi piel como una sombra
Y llueve en tus calles
Y corro y corro
Y me entumbo en tus sótanos.




XVI

Hay un silencio para mí
Lo emites tú
Emerge de tus ojos como una mirada
Hay una paz para mí
La voy a beber a tu arroyo
Tus manos laten entre las mías
Como el último pájaro que parpadea en las hojas por la tarde
Hay un amor para mí
Lo guardas tú como una vela
Tácitamente encendida todo el día
Hasta que llegue la noche de la llama verdadera
Y en el altar que guardas
Tú hagas la misa
Hay una noche para mí
La tienes tú para mis botes a la hora de las quillas
Hay una nueva paz para mí
Los corales lentos luego detenidos
Donde las anclas fatigadas
Rezan su herrumbre
Como un pez siempre conocido
Comprobado tras las redes.




XVII

Bosquejaré una enredadera de besos
Que trepen por las columnas de tus piernas
Y lleguen hasta el musgo del techo y se tejan en él
Como el humo se arrastra hasta las nubes
Para unir sus manos
Y allí el instante encontrará su lentitud
Y se demorará la sensación inmutable de tu cercanía
Subsistiendo a los segundos irriendables
Como gases o fantasmas
Y se abultará un grito en mi garganta
Y será tan grande que no me abandonará
Y asfixiaré una palabra que tú también evitarás decir
Y me preguntarás si escucho tu silencio
Y entenderás el mío
Y serás dueña de mi tristeza inevitable
Y estaré contento
Y se empañarán las cosas
Y serán nosotros nuestras lágrimas
Cuando caigan en las bocas juntas
Porque tu sal será mía y estaré en tu sabor
Y hormaré en ti como las cosas contenidas
Y seré un verso amordazado entre tus páginas
Como una campana seca
O la lengua quieta de un campana
Y crecerá el empalago de un sonido presentido
Y te cantaré tu melodía
Y derramarás la mía
Como un revoloteo agonizante de alas de campana
Que irán enloqueciendo hasta despertarse del desmayo
E ignorantes del tiempo
Que la felicidad nos emboscaba
Pensaremos fugazmente
¿Cuánto hace que podíamos amarnos?
Y no sabremos ni siquiera de nuestro principio
Y nuestro amor se estirará desde un incierto cuando
Y nos sabremos unidos
Sin entender la intrincada unión
Y veremos plumas caídas de la locura de los pájaros
Y el agua estará dura y chata en los estanques
Y tendremos frío
De pensar haber estado menos juntos.




XVIII

Tú eres como el único frente del espejo
Ignoro el silencio infinito
Para oponer a una palabra tuya
No sé el grito imposible
Para aplacar tu silencio
Eres como la única manera del abismo
Puedo empezar por tus ojos
Y terminar en tus manos
O comenzar por tu boca
Para arribar a tu vientre
—No eres como el túnel de la música
Que tiene dos entradas—
Si te amara mañana persistirás
Al margen de los días
O mi amor será la sombra
En tu trayecto por las horas
Pueden agregársete las veces
Pero las viejas no se herrumbrarán de polvo
Pueden adherírsete silencios
Pero no han de agriarse tus palabras
Pueden adosársete mil noches
Pero no estarán roncos los violines derretidos
Eres como una calle
De neblina final no resuelta
El frío podrá remedarte
Como la sed imita el sorbo
Pero seguirás siendo tú
Como una hora que corre por el tiempo
Huyendo de su espalda sin abrigo
Que besa la nada del intiempo.




XIX

Arde como una vertiente
En mi charco desteñido de polvo
Para mi alma turbia tu imagen
Que es como un farol en la niebla

Yo apoyo mis besos
Como góndolas en ti
Y tú te enturbias como tiritando
Cuando yo apoyo mis besos como palomas en tus iglesias

Muchas veces me quedo dormido como un frasco
De donde escapa el fantasma del perfume por el hábito
Hasta que lo olvidemos
Y podamos volver a comprobarlo
Y despierto sorprendido de tu vientre
Que trama el hijo
Como una rueca frutal
Porque luego él será como las hiedras y trepará hasta tus ojos
Y yo lo aprenderé tras las ventanas
Como la mañana pobre que chorrean las claraboyas
Pero un día escalará por las columnas hasta tus ojos
Y podrá verme en tu vientre guardando su tumba como una vela
Porque habrá resucitado de tu vientre al cielo de tus ojos
Y él será la hiedra que crecerá como el humo
Adosado a tus cráteres a tus volcanes
Mientras su sombra se aferra en nuestras almas
Como la humedad cicatriza los muros de los templos

A veces me quedo dormido
Y al despertar pienso mientras tú sueñas
Y escucho cantos que se atreven en tus senos
Como las mariposas del panal que sueñas
Y escucho en sus cúpulas cómo el jugo se enrolla
Para nuestro inimposible uno y otro
Para nuestra sola persona
Para nuestra sola carne

Cuando te miro de cerca eres como de naranja
Como si estuviese acostado
En un cielo nocturno completado
O una playa
No importa que no pueda sumergirme
Hasta el primer tamaño antes de la nada
Me basta con sospecharte de uvas
Y pensar que en cada lugar tienes un árbol de mil manos
Que esperan como flores el rocío de los míos
Me basta con rozar un gong en una uva de tu vientre
E incendiarte de ecos con mi antorcha
Puedes ser íntegramente mía como mil estrellas simultáneas de mis ojos
Con sólo convertirme en un pecho de tu abrazo
Un pez de tu vena
Mango de tu puño
Para la noche en que eres valiente como la guarida de una grieta
Para la noche doble de los túneles
En que deletreo a tientas los misterios de las vainas comprobadas
Las velas son pinceles velocísimos que hacen las cosas
Son puñales de la noche
Pero las velas no pudieron hacerte
Los ojos de mis manos te tuvieron antes de las velas
Porque eres perpetua de mis ojos
Como las lágrimas como los párpados
Ha llegado la primavera y tú me emites de tus grutas
Como el canto del agua próxima
Porque he quedado como el eco del perfume
Y yo corro por el páramo preparado de árboles
Como la playa perfecta que saben las olas
Que se llevan el secreto de los castillos
Como la herida que tienen los puñales
Antes de la herida
Y te despierto para decirte que el invierno ya pasó
Y que en las guitarras de las ramas
Crecen las frutas como un canto
Pero
Tú que eres la tierra tiemblas aún por el arado
Como un corazón
Y yo detengo el agónico ariete de la sangre
Para apaciguar las olas
Que aletean aún contra los muros.




XX

El silencio se enturbia con mi voz empañada y polvorienta
Como un río donde tú has cruzado
Tu perfume susurra como un humo suave y lento
Yo te recorro lentamente como un pez que se adosa a los muros de su pecera
Y transcurro olas
Y desenredo espumas después del pequeño remanso de tu vientre
Como un cerrojo del hijo
Y no me importa un cielo aturdido de nubes
Y voy olvidando el silencio
Como un frío que muere en la dentadura de las llamas
Porque mis botes descifran las olas
Como cuando mis manos despiertan tus formas
Porque más que todo
Me apoyo como el cielo en nuestro amor de horizonte
Y corrí por las montañas como el viento
Y quedé sobre el abismo colgado de los árboles del bosque
Y ahora con los escombros de los gajos quebrados
Mis nubes se deshojan sobre ti
Como un pájaro de fuego que será reemplazado
Porque sus alas que nos empujaron
Se están quemando en tus altares.




XXI

Estás en mis ganas de llamarte
Como un gesto de grito en la voz
Y te llamo
Y vengo contigo desde las horas tendidas que yacen duras
Vengo con las cosas que quiero en sus veces que ya fueron
Y te llamo
Y estoy triste y solo
Y contento porque sé que vendrías
Y estás conmigo ayer
Y hoy desde ayer
Y dudo de ti seguro de creerte
Tan sólo porque quiero renovar tu comienzo
Y vuelvo a llamarte
Y pienso que vienes
Y que quizá me llamas y que piensas que voy
Y que me escribes un verso triste
Y más que triste tuyo
Con toda la tristeza que no existe
Con la misma tristeza con que estoy alegre
De que sea hoy de mañana
Y de que las últimas palabras que guardaste
Fueron mías.




XXII

Voy navegando el río de tu cuerpo y mi boca rema
Donde una brisa canta su túnica de sombras
He desenrollado el vértigo de dos remansos
Deletreé los ladrillos laterales de los aljibes
Mientras los peces atónitos
Se enrollaban en la columna de mi pecera como una hiedra
Ésa es mi primera paz
Tus ojos
Transcurrí tus brazos como arroyos mansos
Luego pedregosos y turbulentos
Ésas son mis primeras olas
Tus manos
Resolví los peces intrincados con las anclas
Y tu imagen se derritió entre las olas
Como las cosas tras el humo caliente
Hasta que bajaron tus ojos
A revolotear sus vértigos y enloquecerse
Y tu amor rodó como un pájaro herido
Como mis besos heridos que ya no remaban
Que parpadeaban sus últimas alas moribundos
Y el agua se desangraba en racimos de mariposas
Y quedó el mar paladeando
Y cabeceando contra los muros
Con la primera quietud del árbol caído sumergida
Y las frutas mejores hundidas con los peces
Ése es mi amor
Nosotros
Mi nueva paz como tus ojos rescatados
Como el río alisado tras las piedras.




XXIII

Abro ritualmente los párpados de un templo habitual
La mañana ha abolido el silencio como una llave
Mi alma es un cráneo
Acércate a ella
Puedes encender la fogata de tus manos
Tiene ecos arrinconados como horas antiguas
Tú puedes desengrillarlos como ablandarías las imágenes en el agua
Así Así Quédate ahora
Gotea poco a poco las palabras
¿Ves? Las mariposas amordazadas se liberan
Mi alma no es un cráneo ya
Tú la has convertido en una mente

Cierro el templo con un gesto nuevo
Mirando por última vez la noche
No extrañaré sus estrellas
Cierro las puertas con la mañana adentro
Ahora quiero besarte

Ya el templo es un puño eterno
Tiene un candado de sol que encadena la noche
Ya la luna no sabrá de nosotros
Lacraré mis manos con las tuyas
Me he traído al templo una lágrima para recordar tu antes
Acércate
Muchas gracias por la mañana de mi alma
La noche está arrinconada en el silencio
Conserva muchos ojos pero le faltan estrellas
Ahora revisemos las velas limpiemos las imágenes
Resucitemos el púlpito
Y ocupemos los bancos uno a uno
Ya pasará el temor
Besaré el ara
Inaugurarás el cáliz
Y la misa será.




XXIV

Ahora que hemos sido ya nosotros seamos cada uno
Aunque las manos sangren y el silencio aturda
Aunque me llames y te llame no responda ni respondas
Aunque nos amemos siempre tengámonos ya nunca

Aunque el corazón se atragante como un puño apretado
Aunque no cicatrice el rastro del recuerdo y siga ecando
Y aunque desde esas huellas en un sendero caminado que no caminaremos
Nos prolonguemos hasta el instante como si nos deshilacháramos

Libera mis pasos desenjaularé los tuyos
Nuestro abrazo desgarrado no estará destejido
Y en él nos seguiremos abrazando ya lejanos
Mas el desabrigo será desiertamente frío

Aunque te extirpen de mí te quedarás conmigo
Aunque me amputen de ti perduraré en tu fondo
Y aunque quedemos en las almas como el humo de los barcos
Será triste tristísima nuestra realidad de solos.




XXV

En el silencio transparente tus imágenes brotan desde la arena
Como las burbujas de los peces
Y flamean como una llama indecisa de su forma
Yo ni siquiera intento atraparlas
Me arde en el alma ya cuarteada la arena que segrega
El silencio estático me encandada
El líquido cristal de sus paredes imprime voces sospechadas
Yo podría rogarte pero el silencio ha llegado como la noche a tus manos
No sé cuántas imágenes olearon la blandez de su humo
A veces lentamente corrijo una sonrisa
Amontono una lágrima
O cierro la puerta de un dedo sobre tu palabra contenida
Entonces
Como humea del fuego de la herida una polvareda de sangre bajo el agua
Se resbala desde un rincón
Hacia donde la sangre murmura
La ascención de un escalofrío
O un frío
O mi soledad que se revuelve para impedirme olvidarla
Yo sigo flotando en mi silencio
Dudando de la verdad de las imágenes
Con los errores que mis lágrimas imprimen a tus gestos
Con la ignorancia de los últimos
Y la duda del que vino conmigo.




XXVI

Quiero atizar los escombros
De tu ciudad derruida
Para que ardan de nuevo
Las quietas llamaradas de tus torres
Y tus inválidos muros cicatricen
Y puedas esgrimir el abrazo de tus bordes
Para que lague en tus valles
Y se desparrame por tus lugares
El eco de mi realidad
Mientras en mi visita perpetua
Ponga mi mano en tus parches
Para amordazar los latidos de los ecos de voces viejas
En tus tambores.




XXVII

Tu presencia se esparce en mis ámbitos
Como la arena en el viento de cada noción de tu piel
De cada palabra
Y un himno de sol quiebra el silencio de las nubes
En mi alma
Mientras el eco del antiguo vacío
Se alza como un arco iris
Que se disipa
Hasta que todo es tú
Y estás en todo
O te quedas en mis ventanas
Y la mañana se contagia de los vidrios.




XXVIII

Mis olas acumulan en tus golfos
Los peces muertos de mi amor vivo
Y las rocas de las playas y la playa
Están quebradas de musgo y sal quedada
Y los peces de mi amor llegan marcados en las olas intermitentes
Y puedes confundirme con el cielo
Y puedo verte en la arena de mi alma
Donde los peces de mi amor crecen
Para el día de amarte
Y en un momento la luna
La luna del amor
Y las playas arrasadas en el momento de la luna del amor
Y los musgos destrozados
Y la arena de mi alma
Transpira por los labios de mis olas
Y no recobraré la arena de mi alma
Y no recuperarás la arena de tus playas
Y la mano rota de un barco
Desesperada
Con las astillas de sus manos mordiendo la costa allá lejos
En ese momento de la luna del amor
En ese momento apretado del amor que bosteza
Cuando la luna cae como un grito en el agua
Y rompe las olas de mi amor
Y mi amor queda quebrado en la espuma
En la espuma de las esquirlas de mi amor
Has llegado tú
Tú de mi amor
Tras la luna de mi amor como un ciclón
Y eres el país extraño donde puedo levantarme tras el viento
Y eres la imagen pura de Dios
Que se pierde en un instante
Cuando vuelvo a caer en los escombros de las olas
En la playa hecha trizas
Y los peces ya muertos de mi amor
Y el musgo.


JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT


¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.




 Compartir
Redes sociales
Facebook Twitter Google Bookmark MySpace Fresqui Meneame