El oficio de poeta
Poema publicado el 15 de Agosto de 2009
EL OFICIO DE POETA
Es un oficio distinto,
en donde nada se gana
pero se muere a gritos,
de infortunio sin nombre
con corazón marchito,
aspirando en el aire
el dolor de estar vivo
como cada mañana.
Robándole a la luna
su espejo y pedacitos,
para armar mil historias
de amores preteridos,
de colores tan grises
que pintan el destino,
en sueños abordados
entre el miedo y el frío.
Oficio de poeta
¡miren tamaño oficio!,
arrullando a las flores
por que no se han dormido,
encontrando paisajes
en un viaje perdido,
vagando en los océanos
caminando los ríos,
bebiendo en los desiertos
con ansias de cariño.
Añorando las cosas
sin haberlas querido,
deseando los deseos
sin futuro advertido,
con angustias nacidas
en lugar fementido,
ahogando sentimientos
en la copa de vino,
con nostalgias ya muertas
con olor clandestino.
Colofón del absurdo
oficio inmerecido,
que fenece en planicies
preñadas por el trigo,
con oleaje del viento
con el sol de testigo.
Haciendo el mismo esfuerzo
de cruzar por el limbo,
a donde van fantasmas
pasajeros sin tiempo,
que arribaron a oscuras
sin conocer su sino.
Atravesando puentes,
alma de fugitivo,
de realidades ciertas
como risas de un niño,
de un cielo encapotado
de la lluvia en el río,
de escuchar a los pájaros
cavilando en su trino,
del lenguaje del árbol,
de peces sorprendidos
en el estanque abierto
de un corazón vacío.
Ufano en lo vehemente
de escritos ya cautivos,
en espera de que alguien
los hubiera leido,
desgranándose en penas
mascullando suplicios,
asumiendo tristezas,
desafiando al abismo,
de amores que murieron
sin nunca haber nacido,
perdidos en la suerte
de un lápiz escondido,
o un cuaderno callado
con páginas de olvido.
EL OFICIO DE POETA
Es un oficio distinto,
en donde nada se gana
pero se muere a gritos,
de infortunio sin nombre
con corazón marchito,
aspirando en el aire
el dolor de estar vivo
como cada mañana.
Robándole a la luna
su espejo y pedacitos,
para armar mil historias
de amores preteridos,
de colores tan grises
que pintan el destino,
en sueños abordados
entre el miedo y el frío.
Oficio de poeta
¡miren tamaño oficio!,
arrullando a las flores
por que no se han dormido,
encontrando paisajes
en un viaje perdido,
vagando en los océanos
caminando los ríos,
bebiendo en los desiertos
con ansias de cariño.
Añorando las cosas
sin haberlas querido,
deseando los deseos
sin futuro advertido,
con angustias nacidas
en lugar fementido,
ahogando sentimientos
en la copa de vino,
con nostalgias ya muertas
con olor clandestino.
Colofón del absurdo
oficio inmerecido,
que fenece en planicies
preñadas por el trigo,
con oleaje del viento
con el sol de testigo.
Haciendo el mismo esfuerzo
de cruzar por el limbo,
a donde van fantasmas
pasajeros sin tiempo,
que arribaron a oscuras
sin conocer su sino.
Atravesando puentes,
alma de fugitivo,
de realidades ciertas
como risas de un niño,
de un cielo encapotado
de la lluvia en el río,
de escuchar a los pájaros
cavilando en su trino,
del lenguaje del árbol,
de peces sorprendidos
en el estanque abierto
de un corazón vacío.
Ufano en lo vehemente
de escritos ya cautivos,
en espera de que alguien
los hubiera leido,
desgranándose en penas
mascullando suplicios,
asumiendo tristezas,
desafiando al abismo,
de amores que murieron
sin nunca haber nacido,
perdidos en la suerte
de un lápiz escondido,
o un cuaderno callado
con páginas de olvido.
AB JORGE LUIS MURILLO ESTRADA
05-05-09
Poema publicado el 15 de Agosto de 2009
EL OFICIO DE POETA
Es un oficio distinto,
en donde nada se gana
pero se muere a gritos,
de infortunio sin nombre
con corazón marchito,
aspirando en el aire
el dolor de estar vivo
como cada mañana.
Robándole a la luna
su espejo y pedacitos,
para armar mil historias
de amores preteridos,
de colores tan grises
que pintan el destino,
en sueños abordados
entre el miedo y el frío.
Oficio de poeta
¡miren tamaño oficio!,
arrullando a las flores
por que no se han dormido,
encontrando paisajes
en un viaje perdido,
vagando en los océanos
caminando los ríos,
bebiendo en los desiertos
con ansias de cariño.
Añorando las cosas
sin haberlas querido,
deseando los deseos
sin futuro advertido,
con angustias nacidas
en lugar fementido,
ahogando sentimientos
en la copa de vino,
con nostalgias ya muertas
con olor clandestino.
Colofón del absurdo
oficio inmerecido,
que fenece en planicies
preñadas por el trigo,
con oleaje del viento
con el sol de testigo.
Haciendo el mismo esfuerzo
de cruzar por el limbo,
a donde van fantasmas
pasajeros sin tiempo,
que arribaron a oscuras
sin conocer su sino.
Atravesando puentes,
alma de fugitivo,
de realidades ciertas
como risas de un niño,
de un cielo encapotado
de la lluvia en el río,
de escuchar a los pájaros
cavilando en su trino,
del lenguaje del árbol,
de peces sorprendidos
en el estanque abierto
de un corazón vacío.
Ufano en lo vehemente
de escritos ya cautivos,
en espera de que alguien
los hubiera leido,
desgranándose en penas
mascullando suplicios,
asumiendo tristezas,
desafiando al abismo,
de amores que murieron
sin nunca haber nacido,
perdidos en la suerte
de un lápiz escondido,
o un cuaderno callado
con páginas de olvido.
EL OFICIO DE POETA
Es un oficio distinto,
en donde nada se gana
pero se muere a gritos,
de infortunio sin nombre
con corazón marchito,
aspirando en el aire
el dolor de estar vivo
como cada mañana.
Robándole a la luna
su espejo y pedacitos,
para armar mil historias
de amores preteridos,
de colores tan grises
que pintan el destino,
en sueños abordados
entre el miedo y el frío.
Oficio de poeta
¡miren tamaño oficio!,
arrullando a las flores
por que no se han dormido,
encontrando paisajes
en un viaje perdido,
vagando en los océanos
caminando los ríos,
bebiendo en los desiertos
con ansias de cariño.
Añorando las cosas
sin haberlas querido,
deseando los deseos
sin futuro advertido,
con angustias nacidas
en lugar fementido,
ahogando sentimientos
en la copa de vino,
con nostalgias ya muertas
con olor clandestino.
Colofón del absurdo
oficio inmerecido,
que fenece en planicies
preñadas por el trigo,
con oleaje del viento
con el sol de testigo.
Haciendo el mismo esfuerzo
de cruzar por el limbo,
a donde van fantasmas
pasajeros sin tiempo,
que arribaron a oscuras
sin conocer su sino.
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como risas de un niño,
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de la lluvia en el río,
de escuchar a los pájaros
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de un lápiz escondido,
o un cuaderno callado
con páginas de olvido.
AB JORGE LUIS MURILLO ESTRADA
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