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"destino eterno" - Poemas de Jose Fabian Carrera



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"destino eterno"
Poema publicado el 13 de Abril de 2024

En el sepulcro Lázaro reposa, su destino sin certeza,
Amigo de Jesús, su partida es una sombra, una tristeza.
Representa nuestra humanidad, nuestra suerte incierta,
Pero Jesús nos dice soy el camino y la vida eterna.

Vemos en Lázaro nuestra propia condición,
Frente a la muerte, sin escapatoria ni excepción.
El pecado cósmico nos envuelve con su manto,
Y la muerte nos acecha, la vida se desvanece en llanto.

En la protesta de Marta, su angustia es nuestra propia aflicción,
Nuestro dolor se refleja en su lucha, en su convicción.
Jesús con lágrimas en los ojos se conmueve de verdad,
Porque conoce nuestros dolores, nos entiende en nuestro caminar.

La muerte se instala en el momento del nacimiento,
Como semilla que crece y luego nos encierra en lamento.
Llevándonos de este mundo al cielo que siempre espera,
Pues del cielo venimos y hacia él volvemos, en esta senda.

La vida es un susurro en nuestra efímera morada,
Pero la eternidad nos llama con su voz callada.
En la tienda de campaña, breve y pasajera,
El cielo nos invita a una vida verdadera.

En cada paso, el tiempo se desliza sin cesar,
Pero en la eternidad, la luz va a perdurar.
El mundo nos ofrece solo un breve instante,
Pero el cielo nos promete un destino eterno y radiante.

El rostro de Lázaro, espejo de la humanidad,
Muestra que la muerte no es más que una verdad.
Un chequeo, un ejercicio, una vana precaución,
No detienen su abrazo, su inevitable conclusión.

Sin escapatoria, sin excepción, cuando ella elige,
Sin aviso, sin explicación, su llegada no finge.
No hay seguros, no hay dinero, nada la detiene,
A todos alcanza, sin importar, la pobreza o los bienes.

Nos recuerda nuestra fragilidad, en su danza sombría,
Ante su llamado, toda grandeza es baldía.
Por más que intentemos, su paso no detenemos,
Es el destino final que a todos pertenecemos.

En el suspiro de la vida, el reflejo de la eternidad,
Lázaro se levanta, en el manto de la divinidad.
La muerte, un susurro en el viento, un temor fugaz,
Un juego del destino, un ciclo que siempre empieza y jamás terminará.

La vida, un laberinto con una sola salida,
Donde cada elección nos acerca a la despedida.
Pero en la fe encontramos un consuelo, una luz,
La promesa de resurrección, el camino que nos lleva a Jesús.

Él, la vida y la resurrección, la verdad inmortal,
Nos ofrece un destino más allá del final mortal.
En su palabra, la esperanza de un nuevo amanecer,
Donde la muerte no es el fin, sino un nuevo ser.

El cielo se revela no como un sueño, sino como una certeza,
Un hogar eterno, lleno de amor y belleza.
Y aunque la muerte nos rodee, no hay razón para el temor,
Pues en Cristo encontramos la verdadera salvación.

Su sacrificio en la cruz, un acto de amor puro,
Nos abre las puertas a un futuro seguro.
La vida eterna, no es un misterio, sino una promesa firme,
En la que nuestra fe se ancla y eternamente se afirme.

Así, ante la muerte, no nos rendimos ni desesperamos,
Pues en Dios y su amor, confiamos y descansamos.
Preparados para el viaje final, con fe y esperanza,
Sabemos que, en su presencia, encontraremos nuestra moranza.


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