"encuentro transformador en emaús"
Poema publicado el 12 de Abril de 2024
En el camino a Emaús, dos almas desilusionadas,
Caminaban tristes, con la fe quebrantada.
Hablaban y discutían, sobre lo acontecido,
Sin saber que, junto a ellos, el Mesías había venido.
Aquel mismo día, el Señor se les unió,
Acompañando en silencio, su pesar y su dolor.
Pero algo impedía, que sus ojos reconocieran,
Al Cristo resucitado caminando con fervor.
En Emaús, no solo un sitio, sino un mar de desconsuelo,
Donde el dolor y la angustia tejen su oscuro velo.
Pero Jesús, con su amor y su dulce compañía,
Trae luz y esperanza a cada alma en agonía.
La pedagogía divina, en el camino se despliega,
Escuchando, enseñando, revelando la entrega.
La palabra y el pan, señales de su presencia,
Despiertan el corazón, con su luz y su existencia.
En la mesa, al partir el pan, se abren los ojos,
La fe renace, y desaparecen los enojos.
Pues el Señor está vivo, y se ha manifestado,
En el gesto cotidiano, de compartir el pan sagrado.
Los discípulos regresan, llenos de gozo y fe,
Testigos de la resurrección, del Señor que vive en pie.
Así aprendemos todos, en nuestra propia historia,
Que, en los momentos de dolor, Jesús es nuestra gloria.
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Poema publicado el 12 de Abril de 2024
En el camino a Emaús, dos almas desilusionadas,
Caminaban tristes, con la fe quebrantada.
Hablaban y discutían, sobre lo acontecido,
Sin saber que, junto a ellos, el Mesías había venido.
Aquel mismo día, el Señor se les unió,
Acompañando en silencio, su pesar y su dolor.
Pero algo impedía, que sus ojos reconocieran,
Al Cristo resucitado caminando con fervor.
En Emaús, no solo un sitio, sino un mar de desconsuelo,
Donde el dolor y la angustia tejen su oscuro velo.
Pero Jesús, con su amor y su dulce compañía,
Trae luz y esperanza a cada alma en agonía.
La pedagogía divina, en el camino se despliega,
Escuchando, enseñando, revelando la entrega.
La palabra y el pan, señales de su presencia,
Despiertan el corazón, con su luz y su existencia.
En la mesa, al partir el pan, se abren los ojos,
La fe renace, y desaparecen los enojos.
Pues el Señor está vivo, y se ha manifestado,
En el gesto cotidiano, de compartir el pan sagrado.
Los discípulos regresan, llenos de gozo y fe,
Testigos de la resurrección, del Señor que vive en pie.
Así aprendemos todos, en nuestra propia historia,
Que, en los momentos de dolor, Jesús es nuestra gloria.
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