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El contador de estrellas - Poemas de Jose Manuel Saiz



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Categoría: Poemas de Amor
El contador de estrellas
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010

Soy un contador de estrellas.
Sí, de esos puntitos blancos, brillantes y enanos,
que en las noches sin luna, se ven más grandes y claros.
¿Te parece, amor, extraño?

¡Ah!... y también cuento cometas, meteoros, luceros…
y otros asteroides raros que de vez en cuando
se cruzan ante mis ojos cuando te estoy amando.

Puedo pasarme horas contando estrellas.
En algunas noches claras -¡hay tantas!-, que no acabo.
Y me sorprende la madrugada
pintando de azul el cielo
y con algunos astros a lo lejos sin ser aún contados.
Entonces me pongo serio, y le digo al Sol
que no sea malo…-¡Que me quedan cuatro,
que son cuatro tan sólo!-, que ya le contaré también a él
cuando pueda en otro rato.

Y si tengo suerte me hace caso.
Me mira entonces de reojo, simulando un enfado
y haciéndose el despistado se queda un ratito
sobre la línea del horizonte esperando resignado a que yo, por fin,
acabe.
      Otras noches sin quererlo, soy un contador en paro;
las nubes, la niebla y otras veces tus manos,
me impiden con su manto seguir mirando.

Pero,
como soy un contador de estrellas inmune al desaliento,
me las imagino yo solito brillando allá en lo alto;
y las cuento de memoria, con los ojos cerrados…
Polar, Sirio, Casiopea Andrómeda, Vega, Fugaz…
¿Fugaz?…. ¡Nooo, Fugaz no es una estrella!
Fugaces son las lágrimas del cielo
que caen a la Tierra sin llegar al suelo.

¿Y los planetas?
¡Claro!, a esos también los veo.
Los enumero en silencio con un párpado bajado
y los señalo maleducado con la punta de mi dedo.

Son ocho. A Plutón ya no lo cuento:
Marte, Urano, Venus, Mercurio…



Son tan pocos que los acabo muy pronto;
y así tengo toda la noche para contar, uno por uno,
los miles de anillos turbios del cuello gordo de Saturno.

Y…¡Para qué seguir contando!,
si incluso yo mismo me siento entre tus brazos
un hombre un tanto extraño.

Soy un contador de estrellas, de galaxias y de planetas.
A veces también cuento constelaciones, firmamentos…
y otros satélites pequeños que giran ante tus ojos
cuando te estoy queriendo.

-¡No seas chiquillo!-, recuerdo me decías.
-¡No hagas tonterías, que vas a quedarte ciego
de tanto mirar al cielo!-

Pero yo contaba estrellas al tiempo que te besaba,
y con el alma te decía, que lo más tierno de mi vida,
era sentirme un niño pidiéndote que me abrazaras.

Y cuando llegaba la madrugada y la luz del día encendía,
hacía del sueño un ovillo y lo ponía junto a la almohada
para dormirme un ratito con mis dos seres queridos:
tú, mi amor sereno, mi candela en el alma,
y Él, mi dulce Nazareno, mi lucero del alba.

Pero llegará ese día
que ponga fin a la vida
y haga detener por siempre los astros en el recuerdo.
Te subiré entonces a la grupa del Sol en mi montura
y veremos alejarse al mundo con rumbo al Amor eterno.

Y desde allá arriba,
desde un cometa pequeño,
contaré por fin a la Tierra
que de tan cerca,
por no verla,
y por tenerte a ti en medio,
es el único planeta,
vida mía,
que hoy en día
no cuento.

--oOo--


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