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En la antsala de la primavera - Poemas de Jose Manuel Saiz



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Categoría: Poemas de Amor
En la antsala de la primavera
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010

(o cuando los hombres silban a los pájaros)


.
Escuchar el primer canto del pájaro
en la antesala de la primavera es sin duda
un acontecimiento hermoso.
Alegra el alma  -o eso parece- y predispone al amor
y a la esperanza.

Afuera, en el patio,
un pájaro canta.
No consigo verlo. Pero está ahí, en el jardín,
entre las ramas del cerezo.

Repite una y otra vez la misma clave, el mismo trino.
Consigue en su insistencia mantener despierta
mi atención con su reclamo. Yo bien podría
-por lo simple de la cadencia- imitar aquella pauta
con el sonido de mis labios.

Abro la ventana. Respiro. Percibo la influencia
del campo y la primavera. Silbo. Pretendo con mi práctica
reproducir el canto de aquél pájaro invisible.
Hago una pausa. Él me responde -o eso parece-
y mantenemos un diálogo basado en el instinto.

Me confunde, no cabe duda, con una hembra de su especie;
o con otro pájaro que amenaza su indeterminado territorio.
Yo busco simplemente compañía;
sentirme cómplice de su misterio.

Cuando  al fin se dé cuenta del engaño, se irá;
y yo me quedaré pensando
que el canto de un jilguero es un buen pretexto
para abrir después de un tiempo una ventana.

La tierra oscila, se equilibra; se acerca lentamente a su equinoccio.
Es la pugna de la luz que se abre paso entre las sombras.
En la antesala de la primavera los días se van haciendo
más cálidos y limpios.

Poco a poco la naturaleza se despereza,
se alza como una fiera que despierta de su letargo; y yo olvido
que Marzo se comporta aún como un anciano
temeroso del invierno.

En su ancestral sigilo, el mundo gira, y ofrece claves
que el hombre ignora  (yo sé por ejemplo que en Octubre
los pájaros se irán al Sur, y que las ventanas de una casa
se abrirán de nuevo  al llegar la primavera).



Pero no consigo entender la fórmula, el enigma
que organiza de forma exacta ese misterio.
…….

(Lo que piensa en realidad el pájaro)
Era cierto. Tenían razón el ruiseñor y la cigüeña.
Me dijeron: En las tierras altas de la niebla y de la lluvia,
donde el aire es húmedo y frío y cruel la pugna
por el cobijo y el alimento, cada año, poco antes de que el fruto
cuelgue del manzano; de que la flor adorne los cerezos;
mucho antes de que el sol madure el grano en los trigales… 
se ven hombres en las ventanas respondiendo a nuestro canto.
Eso significa que está llegando el tiempo de la cría;
el ritual del instinto y de los nidos suspendidos
del árbol y el campanario.

Me voy de este jardín, de este patio,
ahora que por fin un hombre responde a mi señuelo; no sea
que me tome por un jilguero que confunde el silbido de un humano
con el trino de una hembra de su especie.

Qué rareza la de la vida; qué extrañas
sus manifestaciones. ¡Qué curiosos son los hombres
que silban a los pájaros!.

--oOo--


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