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Tus orejas - Poemas de José Miguel Torres Fuentes



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Categoría: Poemas de Amor
Tus orejas
Poema publicado el 21 de Abril de 2009

TUS OREJAS

José Miguel Torres

Yo dormiría todo el invierno
como una marmota
en la coqueta gruta de tus orejas,
para componer
soñando con tus besos
una canción de amor,
que suene en tus oídos
toda la esquiva noche
y todo el ancho día.

Para que no olvides
ni un solo segundo
que te amo.
Para que no pueda
tu mente distraerse
de mi pasión que te reclama.

Amo todo,
todo lo que tu alma
y tu cuerpo encierran
pero curiosamente
con especial ternura
amo el cobre nacarado
y la cándida orfebrería
de tus orejas.

Pequeñas volutas
de elegancia jónica
apegadas al capitel
de tu hermosura,
silenciosos medallones
de luz de luna,
espirales recortadas
de una trayectoria
matinal de mariposa:

Yo no puedo penetrar
su sensualidad inmóvil
con la impetuosidad
desnuda de mi carne,
pero sí puedo besar
libando
sus pabellones gráciles
como si fueran
almejas de miel
en mi boca amante.

Yo te suplico, amor,
que me permitas
besar
su acústica vigilancia,
para que no olviden
mi aliento enamorado
agradeciendo su eficacia.

Yo debo agradecerles,
eternas centinelas del sonido,
su paciencia esperanzada,
su vigilia permanente,
registrando algarabías,
cantos, voces, rezos,
buscando en la caterva
de noticias, melodías y frases
de hueca trascendencia,
el topacio de una voz,
un acento, unas palabras:
la promesa que tu corazón esperaba.

Fueron tus orejas las primeras
que advirtieron mi llegada.
Porque al principio
sólo fui una voz,
una diadema de sílabas
que con palabras de amor
coronaba tu semblante de reina.
Ellas reconocieron de inmediato
la estela de mi voz amante
que entraba en los fiordos de tu oído
para anclar
su viril mensaje de ternura.

Los tímpanos quedaron quietos:
fue un instante estelar;
luego bailaron
y con ellos bailaron martillos,
yunques y estribos;
entonces, tu corazón
palpitó estremecido
y aceleró tu sangre río abajo,
hasta un mar apasionado.

La señal era inequívoca:
yo era el esperado,
el elegido,
el cateto que faltaba
para cerrar
el ángulo recto
de un gran amor. 


José Miguel Torres F.
jmtofu@hotmail.com



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