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Las limpias piedrsa y el ocle - Poemas de José Ramón Muñiz Álvarez



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Categoría: Poemas de Amor
Las limpias piedrsa y el ocle
Poema publicado el 17 de Julio de 2011

http://jrma1987.blogspot.com


Las limpias piedras y el ocle
el pie desnudo pisaba,
si no las negras arenas,
nacidas de la pizarra.

La mano, blanca y hermosa,
si, al pisar donde resbala,
un accidente temía,
apoyaba, sin mirarla.

No lejos de las rodillas
que besan, a la mañana,
los vientos más atrevidos,
el caldero que llevaba.

Y, en el caldero, las conchas
que, entre las rocas, alcanza,
las caracolas que duermen
cuando estamos a mar baja.

Que, remover los guijarros,
aunque labor es cansada,
al bígaro desentierra,
al caracol de las playas.

Por no decir que otras veces,
que es paciente y avezada,
si no recoge corales
y otro molusco acapara.

Porque con corto cuchillo
y con navaja afilada,
de la piedra a que se pegan
es posible separarlas.

Y siempre a la noche pesca,
hija de una madrugada
que viene, siendo verano,
tan fresca como temprana.

Porque la pesca a la noche
suele ser menos avara,
cuando a su madre le lleva
el regalo de las calas.

Entre tanto a puerto llegan
y a las arenas calladas,
con lento paso, las olas,
con el despertar del alba.

El alba que alegre juega,
el alba que viene rauda
a mirar sus ojos bellos,
que no el vuelo de su falda.

Aunque pudiera envidiarlo,
bien que con envidia sana,
porque la falda que ciñe
enseña sus piernas blancas.

Y diré que son, acaso,
como cristales de nácar,
como mármol cincelado,
como la nieve cuajada.

Que es honesta la chiquilla,
y no puede, entre las aguas,
caminar, entre las piedras,
sin mojar faldas más largas.

Y sabed que es aburrido
cuando las horas se pasan
largamente estando sola,
por lo que la niña canta.

Y es que es su canto amatista,
joya que puede apreciarla
la luna desde la altura
en el placer de escucharla.

Porque la luna la escucha,
porque la luna la llama,
si no la llaman los brillos
que lucen con la alborada.

Porque la escucha la luna,
la siente la luz del día,
que los días que ella pesca
oyen estas melodías:

“Sus llamas mostró la aurora ,
despertando la mañana,
librando el aire de sombras
que desterró la alborada.

Mostró el alba sus colores,
despertando al nuevo día,
de sombras librando el aire
que arrancó, fresca, la brisa.

Y, dejando que sus yeguas,
cuando llegaron, besara,
acarició blancas rosas
con la púrpura cuajada.

Y, dejando que sus yeguas,
besara, cuando venían,
acarició rosas blancas
con la púrpura encendida.

Y rizó el aire sus rizos,
de San Juan a la alborada,
cuando acarició su aliento
los pinares de Soirana.

Y rizó en Soirana el aire,
mientras su aliento corría,
de San Juan, a la mañana,
los pinares, a las vísperas”.



2009 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Alborada de San Juan en Puerto Vega”
Todos los derechos reservados por el autor.

José Ramón Muñiz Álvarez
(Breve reseña)

José Ramón Muñiz Álvarez nació en la villa de Gijón y sigue residiendo en Candás (concejo de Carreño). Su infancia transcurre de manera idílica en dicho puerto, donde pasa su juventud hasta el término de sus estudios. Licenciado en Filología Hispanica y especialista en asturiano, vive a caballo entre Asturias y Castilla León, comunidad en la que es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Su afán por las letras y las artes lo ha llevado al cultivo de la poesía. Es autor de varios libros, de los cuales ya ha dado a conocer "Las campanas de la muerte", aunque en una tirada modesta.
"Las campanas de la muerte" es una obra que consta de tres poemarios:

1-. "Arqueros del alba", dedicado a su abuela materna, Dolores Menéndez López.

2-. "Ballesteros de la tarde", dedicado a la abuela paterna, Pilar Muñiz Muñiz.

3-. "Lanceros del ocaso", dedicado a uno de sus tíos: Gervasio.

El poemario demuestra el extraordinario vínculo del poeta con sus abuelas, en un momento delicado: el del fallecimiento de las mismas. Es indicativo que el libro se escribiese en tres tandas, las dos últimas muy seguidas. Las partes del libro datan de diciembre de 2005 a enero de 2006, primavera verano de 2007 y enero de 2008.
En este tipo de poesía se recurre a las estrofas más tradicionales, con dos únicas excepciones de versilibrismo. Además de un romance, las demás estrofas son silvas blancas, espinelas y, sobre todo, sonetos.


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