2.5 (b)-oración especial
Poema publicado el 10 de Enero de 2024
Mi Dios, no somos ya dos,
y esto por la alegría que me diste,
tu bendición, la misericordia que tuviste
al hacernos a ambos sensibles a tu voz.
Te damos gracias, amado Dios y Santo
por juntarnos como está mi cabeza
a mi cuello pegada, es tu destreza
grande más que de tus enemigos el espanto.
(Padre, aún yo ni la conozco,
de tu providencia se agarra mi vida
y como de la tumba me diste salida
también sé que mi soledad se acaba.
Dios mío, en mi vida en todo estaba
tu sabio propósito, Señor, lo reconozco.)
No sé cómo hiciste su cuerpo,
es perfecto, hueso de mis huesos,
esa imagen rodea así mis sesos
como buitres a un cuerpo muerto.
Su amor como la lluvia me moja,
pasa un instante y ya me extraña,
esa lluvia cada vez que me baña
me enloquece, me habla, me cambia y sonroja.
Llena mi tiempo de bienaventura,
convierte mis sueños en dulce locura,
de noche disfruto de su hermosura
por la mañana a darme sus besos se apura.
Mi boca, mi Dios, en alabanza estalla
por tu misericordia y gracia sin talla.
Ella es más bella que las flores de La Haya
dulce más que la mejor de las bayas.
Es perfume apenas su aroma
suave es su piel como poder hay en Roma,
es su amor fantástica broma
pero tan real como la hierba en la loma.
Deleita su vista mis ojos cansados,
a mis manos toscas de seda parece
toda su piel y pasa que a veces
encuentra en ella mi lengua trabajo.
Su voz me levanta, esta me acuesta,
con su voz me llama, esa voz me despierta
a veces de noche durmiendo con ella
y siempre si solo me duermo. Mi bella
es como el paraíso, su puerta abierta
hace pasar todo ese amor que me tuesta.
Ahora, Señor, un coro de gracias
en mi entorno se oye,
por la infinita eficacia
de tu trabajo. Que Dios me apoye
para siempre, que paz sea
nuestro camino aunque crea
en castigo de amor, que me desoyes.
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Poema publicado el 10 de Enero de 2024
Mi Dios, no somos ya dos,
y esto por la alegría que me diste,
tu bendición, la misericordia que tuviste
al hacernos a ambos sensibles a tu voz.
Te damos gracias, amado Dios y Santo
por juntarnos como está mi cabeza
a mi cuello pegada, es tu destreza
grande más que de tus enemigos el espanto.
(Padre, aún yo ni la conozco,
de tu providencia se agarra mi vida
y como de la tumba me diste salida
también sé que mi soledad se acaba.
Dios mío, en mi vida en todo estaba
tu sabio propósito, Señor, lo reconozco.)
No sé cómo hiciste su cuerpo,
es perfecto, hueso de mis huesos,
esa imagen rodea así mis sesos
como buitres a un cuerpo muerto.
Su amor como la lluvia me moja,
pasa un instante y ya me extraña,
esa lluvia cada vez que me baña
me enloquece, me habla, me cambia y sonroja.
Llena mi tiempo de bienaventura,
convierte mis sueños en dulce locura,
de noche disfruto de su hermosura
por la mañana a darme sus besos se apura.
Mi boca, mi Dios, en alabanza estalla
por tu misericordia y gracia sin talla.
Ella es más bella que las flores de La Haya
dulce más que la mejor de las bayas.
Es perfume apenas su aroma
suave es su piel como poder hay en Roma,
es su amor fantástica broma
pero tan real como la hierba en la loma.
Deleita su vista mis ojos cansados,
a mis manos toscas de seda parece
toda su piel y pasa que a veces
encuentra en ella mi lengua trabajo.
Su voz me levanta, esta me acuesta,
con su voz me llama, esa voz me despierta
a veces de noche durmiendo con ella
y siempre si solo me duermo. Mi bella
es como el paraíso, su puerta abierta
hace pasar todo ese amor que me tuesta.
Ahora, Señor, un coro de gracias
en mi entorno se oye,
por la infinita eficacia
de tu trabajo. Que Dios me apoye
para siempre, que paz sea
nuestro camino aunque crea
en castigo de amor, que me desoyes.
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