Versos desnudos
Poema publicado el 21 de Noviembre de 2013
Versos míos…, desnudos, recién nacidos
ahí van, buscando crecer con la aurora
anhelando ser leídos en la allende cima,
encuentro otrora,
donde la mirada se pierde
entre la muerte y la vida.
Cruzaron el umbral, con frío
pero sin miedo,
así se presentaron al vasto etéreo
trasnochando en el inmenso cielo.
se recogieron en la angustia
ennobleciéndose en la alegría del amor;
purgaron cada minuto, y así crecieron
en el despertar de las horas,
robándole quizá
un poco de dolor a la tristeza,
o tal vez una sonrisa a la bondad.
Galoparon como enloquecidos
en bravíos unicornios,
masturbaron en la cumbre sus anhelos,
buscando respuestas
para un corazón entristecido.
Se abrigaron al estío
de estación incierta,
lavándose las heridas
del vendaval blasfemo,
versos que aferrados al sufrir,
atenuaron el martirio,
no hay epopeya sin dolor,
ni víctima sin victimario.
Así nacieron,
viven en el alma mía.
Versos míos…, os envío
por el sendero de la vida
eludiendo la guadaña de la envidia,
pero aceptando la caricia,
que produce el parpadeo,
del guillotinaje de la crítica.
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Poema publicado el 21 de Noviembre de 2013
Versos míos…, desnudos, recién nacidos
ahí van, buscando crecer con la aurora
anhelando ser leídos en la allende cima,
encuentro otrora,
donde la mirada se pierde
entre la muerte y la vida.
Cruzaron el umbral, con frío
pero sin miedo,
así se presentaron al vasto etéreo
trasnochando en el inmenso cielo.
se recogieron en la angustia
ennobleciéndose en la alegría del amor;
purgaron cada minuto, y así crecieron
en el despertar de las horas,
robándole quizá
un poco de dolor a la tristeza,
o tal vez una sonrisa a la bondad.
Galoparon como enloquecidos
en bravíos unicornios,
masturbaron en la cumbre sus anhelos,
buscando respuestas
para un corazón entristecido.
Se abrigaron al estío
de estación incierta,
lavándose las heridas
del vendaval blasfemo,
versos que aferrados al sufrir,
atenuaron el martirio,
no hay epopeya sin dolor,
ni víctima sin victimario.
Así nacieron,
viven en el alma mía.
Versos míos…, os envío
por el sendero de la vida
eludiendo la guadaña de la envidia,
pero aceptando la caricia,
que produce el parpadeo,
del guillotinaje de la crítica.
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