Derrumbes
Poema publicado el 08 de Noviembre de 2011
Los derrumbes de obras sin controles
El derrumbe en la calle Bartolomé Mitre al 1200 de un edificio antiguo contiguo a una obra en construcción, conjuntamente con una seguidilla de otros desastres en Caballito y Flores, como así también la caída de balcones y mampostería de edificios viejos, son pruebas contundentes de que estamos haciendo mal las cosas en materia de control de obra.
Los materiales y estructuras a través del tiempo se fatigan y tienen tantos ciclos de vida útil, volviéndose vulnerables a sobrecargas y esfuerzos menores externos e internos, razón por la cual se debe analizar cada caso en particular y tomar los recaudos debidos a la hora de toda demolición y excavación. Contemplando el apuntalamiento debido a que se evite que cimientos vecinos sean afectados por movimientos. En obras nuevas, especialmente cuando se las ejecuten al lado de edificios de más de 50 años de antigüedad. No se puede excavar más de dos metros de profundidad sin una contención perimetral que asegure el lugar. Y se deben evitar las lluvias intensas para tal menester.
La rentabilidad de toda obra termina donde se pone en juego la seguridad de las personas y el Estado debe controlar. Toda construcción debe cumplir con el principio de Arquímedes para ser estable: pesar menos que la base que lo soporta, sino se hunde. Con respecto a las obras nuevas hay que mantener el maderaje de apuntalamiento de dos pisos abajo antes de seguir con la losa siguiente.
De nada sirve acortar tiempos y escatimar gastos si las construcciones se caen y las personas se accidentan o mueren. Más control en obras, mejor política de urbanismo y revisión de normas de construcción, según la tecnología aplicada son necesarias.
Juan José de Celis
juanjose3800@aol.com
http://www.clarin.com/opinion/Rutas-tragicas-constante-argentina_0_586741457.html
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Poema publicado el 08 de Noviembre de 2011
Los derrumbes de obras sin controles
El derrumbe en la calle Bartolomé Mitre al 1200 de un edificio antiguo contiguo a una obra en construcción, conjuntamente con una seguidilla de otros desastres en Caballito y Flores, como así también la caída de balcones y mampostería de edificios viejos, son pruebas contundentes de que estamos haciendo mal las cosas en materia de control de obra.
Los materiales y estructuras a través del tiempo se fatigan y tienen tantos ciclos de vida útil, volviéndose vulnerables a sobrecargas y esfuerzos menores externos e internos, razón por la cual se debe analizar cada caso en particular y tomar los recaudos debidos a la hora de toda demolición y excavación. Contemplando el apuntalamiento debido a que se evite que cimientos vecinos sean afectados por movimientos. En obras nuevas, especialmente cuando se las ejecuten al lado de edificios de más de 50 años de antigüedad. No se puede excavar más de dos metros de profundidad sin una contención perimetral que asegure el lugar. Y se deben evitar las lluvias intensas para tal menester.
La rentabilidad de toda obra termina donde se pone en juego la seguridad de las personas y el Estado debe controlar. Toda construcción debe cumplir con el principio de Arquímedes para ser estable: pesar menos que la base que lo soporta, sino se hunde. Con respecto a las obras nuevas hay que mantener el maderaje de apuntalamiento de dos pisos abajo antes de seguir con la losa siguiente.
De nada sirve acortar tiempos y escatimar gastos si las construcciones se caen y las personas se accidentan o mueren. Más control en obras, mejor política de urbanismo y revisión de normas de construcción, según la tecnología aplicada son necesarias.
Juan José de Celis
juanjose3800@aol.com
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