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Parque marino - Poemas de Juan Pablo



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Parque marino
Poema publicado el 25 de Julio de 2017

Veo al mar en su rutina
lamer  las espaldas de los cangrejos en la láctea orilla,
segregar el oleaje y cantarle a las arenas
una balada de limón,
en su avalancha, el histérico continente
azul, salta a las copas de los faros
y  las uñas del viento por el dorso
le ruedan.

El mar naufragado en sí mismo
se empasta de luna en las noches,
lanza sus aromas a las narices
de los botes dormidos como viejos marinos
allí en la bahía que la sombras se beben
mientras la luz avejentada
migra por el horizonte aceitoso
persiguiendo el lecho más allá de las nubes.

Veo este mar cosido al cráneo de una burbuja,
en el obligado devaneo con los pelícanos,
apuñalado por una borrasca de alcatraces
que al amanecer, laboriosos, pescan
el desayuno bajo el mar en lo alto,
y los veloces atlantes pasan entre
las coloridas cordilleras, trajeados
con cotas de mallas,
para nutrir silenciosamente
su acuático hedonismo
en las danzantes selvas de las algas.

Poblado con tormentas invadirá los ojos
o entrará en la capilla  como un silencioso adolescente
bajo el sol derramado en sus rizos caóticos,
y sentado en la dársena
habrá quien diga frente a él, desde el altar humano
en su casco óseo:
“ llévame hasta el lúgubre límite del tiempo,
arranca de mí la carne, para que yo,
un hombre hecho de redes y angustias,
sienta a estos huesos hacerse polvo
y mezclarse con tus células de sal,
habite los corales ahogados en el frío
y pueda sentir sobre el cuerpo a las quillas
mientras las muchachas desnudas
se sorben secretamente los senos entre ellas
sin saber, padre, que tu cuerpo y el mío
son una sola habitación.”

Otros, los viajeros drogados con velámenes,
echan en tierra todas las ganancias,
nada le importan los puertos, los zapatos
pegados a la dureza del suelo,
ellos quieren perderse allá en el último
ataque,
luchar con ballenas o resistir la ira,
dicen todos: el mar es una sirena
cantando sobre nuestros músculos.


Nunca el mar cabrá en la boca,
ni el desfile de la imágenes podrá contenerlo,
nadie le apresará siquiera una parte,
aunque siempre pinte los labios
de los puertos con mareas,
aunque el hombre pez en él se proscriba,
nunca, nunca, será una posesión.


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