Ella
Poema publicado el 20 de Mayo de 2010
Era dulce el día,
Las mañanas el escenario,
Se fundo el amor
Y la incertidumbre lo gobierna.
La tierra de dicha
Daba frutos dulces de su vid,
Cada vez más
El rompecabezas se armo,
Aunque en el
Una pieza falto.
Un río sin fin
Recorría un vacío sin motivo,
De su espuma, como la misma Afrodita
Una bella niña nació;
Su encanto era natural
Pero su hermosura infantil seguía siendo,
Como el pimpollo que espera.
Llego la primavera
Y ese retoño floreció,
Allí, en la orilla de aquel río,
Nació una nueva vida,
Nació el amor.
Ya no era pimpollo sino flor,
Ya no era niña sino una joven mujer;
Sus ojos cafés salieron
Y tan tibios como tales fueron,
Su cabello era oscuro
Y tan bello como una noche estrellada,
Sus labios se parecían
A pétalos de aquella flor,
Suaves, dulces, tan tiernos,
Su piel clara se nombro
Y poseía un encanto embriagador al tocarla.
Era una princesa,
Era mi amor.
La oscuridad que reinaba
Por tal vacío en mí,
Se jacto de su llegada
Y de ella huyo,
Tal cual como el frío del calor.
No termino de amarla,
Tampoco de desearla,
Cada noche despejada pienso
En sus besos que me regalaba,
Cada movimiento, cada roce,
Esa danza perfecta del cariño,
Llenaba mi corazón de una dicha
Que ni en mil vidas hubiera conseguido
Pero alimentaba ese deseo
De seguir y no parar,
De estar siempre allí y nunca salir,
De besarla más y más,
Pero la realidad a la tierra
Siempre me conseguía bajar.
Cuanto la quiero,
Cuanto la amo,
Ni yo lo puedo saber;
Hoy que lejos esta
Mi corazón sufre su ausencia,
Es una melodía sin notas,
Es una vida sin ella.
La amo tanto
Que ni mil besos
Ni mil cartas ni poemas
Podrán expresar
El nudo en mi garganta,
Las ansias en mi voz,
Las mariposas en mi cabeza,
El cosquilleo en mi corazón,
Y este deseo de un largo beso
Que siento al verla,
Que siento al amarla,
A ella, a mi princesa.
Esta en mí siempre,
En cada sueño,
En cada recuerdo.
Es mi delirio,
Es la razón por la cual
Cada día me vuelvo lentamente
Más loco por ella,
Por mi rosa perfecta.
Cada día, cada minuto,
Que de ella me abstengo,
Es una tortura,
Es un anhelo,
De que este a mi lado,
Siempre entre mis brazos.
La quiero más que a nada,
Una vida sin ella seria vacía,
Y por siempre solitaria,
Sin ella, sin mi ángel.
El reloj maldito
Se aprovechó de este amor mío,
De este sueño incumplido,
Y cuando, en aquella noche especial
Por fin a mi lado le tuve,
El hizo que aquel paraíso
Llegara rápidamente a su ocaso.
Si el se detuviera,
Que Dios lo permitiera,
No dudaría esa noche revivir,
Mil veces mejor,
Mil veces más bella.
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Poema publicado el 20 de Mayo de 2010
Era dulce el día,
Las mañanas el escenario,
Se fundo el amor
Y la incertidumbre lo gobierna.
La tierra de dicha
Daba frutos dulces de su vid,
Cada vez más
El rompecabezas se armo,
Aunque en el
Una pieza falto.
Un río sin fin
Recorría un vacío sin motivo,
De su espuma, como la misma Afrodita
Una bella niña nació;
Su encanto era natural
Pero su hermosura infantil seguía siendo,
Como el pimpollo que espera.
Llego la primavera
Y ese retoño floreció,
Allí, en la orilla de aquel río,
Nació una nueva vida,
Nació el amor.
Ya no era pimpollo sino flor,
Ya no era niña sino una joven mujer;
Sus ojos cafés salieron
Y tan tibios como tales fueron,
Su cabello era oscuro
Y tan bello como una noche estrellada,
Sus labios se parecían
A pétalos de aquella flor,
Suaves, dulces, tan tiernos,
Su piel clara se nombro
Y poseía un encanto embriagador al tocarla.
Era una princesa,
Era mi amor.
La oscuridad que reinaba
Por tal vacío en mí,
Se jacto de su llegada
Y de ella huyo,
Tal cual como el frío del calor.
No termino de amarla,
Tampoco de desearla,
Cada noche despejada pienso
En sus besos que me regalaba,
Cada movimiento, cada roce,
Esa danza perfecta del cariño,
Llenaba mi corazón de una dicha
Que ni en mil vidas hubiera conseguido
Pero alimentaba ese deseo
De seguir y no parar,
De estar siempre allí y nunca salir,
De besarla más y más,
Pero la realidad a la tierra
Siempre me conseguía bajar.
Cuanto la quiero,
Cuanto la amo,
Ni yo lo puedo saber;
Hoy que lejos esta
Mi corazón sufre su ausencia,
Es una melodía sin notas,
Es una vida sin ella.
La amo tanto
Que ni mil besos
Ni mil cartas ni poemas
Podrán expresar
El nudo en mi garganta,
Las ansias en mi voz,
Las mariposas en mi cabeza,
El cosquilleo en mi corazón,
Y este deseo de un largo beso
Que siento al verla,
Que siento al amarla,
A ella, a mi princesa.
Esta en mí siempre,
En cada sueño,
En cada recuerdo.
Es mi delirio,
Es la razón por la cual
Cada día me vuelvo lentamente
Más loco por ella,
Por mi rosa perfecta.
Cada día, cada minuto,
Que de ella me abstengo,
Es una tortura,
Es un anhelo,
De que este a mi lado,
Siempre entre mis brazos.
La quiero más que a nada,
Una vida sin ella seria vacía,
Y por siempre solitaria,
Sin ella, sin mi ángel.
El reloj maldito
Se aprovechó de este amor mío,
De este sueño incumplido,
Y cuando, en aquella noche especial
Por fin a mi lado le tuve,
El hizo que aquel paraíso
Llegara rápidamente a su ocaso.
Si el se detuviera,
Que Dios lo permitiera,
No dudaría esa noche revivir,
Mil veces mejor,
Mil veces más bella.
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