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Navidad isleña autora: lidia esther lobaiza de rivera- coronda - Poemas de Lidia Esther Lobaiza De Rivera



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Navidad isleña autora: lidia esther lobaiza de rivera- coronda
Poema publicado el 11 de Diciembre de 2009

La bella Virgen se mira
en las agüitas del río,
sobre su cabello brillan
dulces gotas de rocío.

Peina su pelo de seda,
negro manto en las espaldas
con peine de caracolas
que humedece entre las aguas.

Son sus ojos de azabache
para el milagro las puertas,
por eso al cielo se elevan
las negras y tiernas cuentas.

De esperanza se sonrojan
sus mejillas de manzanas,
el Ángel suave la besa
en su boquita de grana.

Sus manos, perfume y rosas,
se entrelazan en un rezo,
San Gabriel, desde una nube,
la mira con embeleso.

Por un rayito de luna
baja un Niñito sin ropa,
y se entibia en los pañales
con que la Virgen lo arropa.

Los pájaros de las islas
ensayan sus trinos largos,
y hasta la brisa, ligera,
se aquieta para escucharlos
.
Los peces se arremolinan
en las ondas de la orilla,
porque la Madre Divina
en la arena se arrodilla.

Bautiza al Moreno Niño
feliz en su Gracia Plena,
en el caudal de querer,
con que las manos se llena.

En las tímidas luciérnagas
se encienden lo s farolitos
se bañan  en Luz Divina
los ojos del Pequeñito.

Feliz, la Virgen contempla
al Dulce Niño del Agua,
con su leche lo alimenta
y lo entibia con su enagua.

La bella Virgen Costera
acuna al Niño del Agua:
¡Ha nacido la Esperanza!
¡Milagro de Nochebuena!.

LA ADORACIÓN

Desde la costa partieron
tres canoas por el río,
en ellas van tres amigos
que antes que el Niño nacieron.

Baltasar, Melchor, Gaspar,
son los nombres que repite
toda la costa asombrada,
por su intrépido bogar.

Los Reyes Magos se visten
con traje de rico isleño:
livianos y frescos siempre
para el rigor del enero.

El de Melchor es un manto
rojo, de ceibos en flor;
Gaspar, del jacarandá,
copia el celeste color.

De verde laurel se viste
el Santo Don Baltasar;
el río los ve, asombrado,
dele bogar y bogar
.
Sus alforjas van provistas
del más dulce canto islero:
la calandria y el zorzal,
el cardenal y el jilguero.

La corona del laurel,
el irupé, el curupí,
florcitas de camalote,
un dorado y un patí.

Tortas de rica mandioca,
blanca harina de amasar,
una cruz hecha de mimbre
que el Niño sabrá apreciar.

Como no saben el rumbo
le preguntan al pasar,
a las plateadas mojarras
si es que los han de ayudar.

Ellas, contentas señalan,
limpio el camino del agua,
los Reyes Magos se mojan
el ruedo de las enaguas.

Y en la cunita de paja,
con sábanas de azucenas,
encuentran durmiendo al Niño,
¡Milagro de Nochebuena!.

LA SAGRADA FAMILIA

La Virgen se fue a lavar
los pañalitos al río,
el Niño duerme desnudo
por el calor del estío.

La Virgen le teje un poncho
con las hebras de su pelo,
las estrellitas le bordan
un celeste y fresco velo.

Las cigarras de los sauces
se silencian a la siesta,
para que los tres descansen,
mientras aguardan la Fiesta.

Con tenues hilos de araña
José fabrica una cuerda,
la Virgen tiende la ropa,
mientras el Niño se baña

en la luz de eternidad
que el Padre Santo le envía,
para que alegre el ranchito
donde duerme la alegría

El Niño toma su leche
en una calabacita,
resguardada en la penumbra
para que esté más fresquita.

Rica miel de camoatíes
y tortitas de mandioca,
palomitas de maíz
que solo la Madre toca.

De postre se bebe el jugo
que el cielo suele llorar,
o se lame un caramelo
del más dulce frutillar.

Así crece bueno y dulce,
como dulce es su alegría,
es un Niñito del agua,
el Niñito de María.

San José con su canoa
navega por el estero,
es pescador en el río,
tiene oficio de nutriero.

En las trampas que prepara
va cayendo el bicherío:
el olvido, el desengaño,
la pobreza y el hastío.

Y bien adentro del monte
en la Pulpería del Cielo
los cambia por el Amor,
con que prepara el puchero.

LA REDENCIÓN

Y en el medio de las islas,
yo no sé por  qué misterio,
un árbol está creciendo
con olor a cementerio.

Tiene sus gajos en cruz,
y por entre sus ramas varias,
como una víbora verde
se enreda una pasionaria.

Todo tendrá que pasar:
en el río, en el desierto,
en las ciudades vestidas
con las ropas de los muertos.

Todo tendrá que pasar:
El morirá en el Madero,
todo el dolor de los hombres
sufrirá el Niño Moreno.

Pero ahora es Navidad,
y aún es un pequeñuelo;
está jugando en la orilla
con los guijarros del suelo.

Toda la costa se enciende
con el fulgor del lucero,
el Niño Dios aún es Niño,
San José es el Santo Islero,



la Virgen María es pura
como la más pura azucena.
¡Están cantando los ángeles!
¡ Milagro de Nochebuena!


Lidia Esther Lobaiza de Rivera- Coronda


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