Como en la ardiente...
Poema publicado el 25 de Septiembre de 2023
Como en la ardiente
y ensamblada comunión,
su miel, su lenta compañía,
la batalla de las horas
con el cuerpo primigenio en la pureza.
El gozo en lentitud callada,
la música en los labios
o la voz florecida de la tarde.
Qué designio
—la llave en luz del sol en tierra—
por esta escala no se extingue,
sino que, múltiple, repite la extensión,
transforma el aguacero.
Alumbrado estupor en el comienzo,
despecho de la lluvia,
éxtasis del aire
en pulsada voz desnuda.
Fuerte raíz, palabra de vidrio,
rasante plenitud del vuelo.
No detenga los pasos la ceniza,
no esté firme el ojo en el umbral.
Aquí, con el tañido
de este alud en desbandada, la ciudad prosigue
y se levanta; su apariencia deja
un rastro de ceniza por la sangre.
Como el día en que bailan las pavesas,
el alado azul que va a dejarte
ciego, para no ver entonces
tan secreta la mirada,
para sentirte y destruirte
en el líquido espasmo de este tiempo.
Lluvia y sueño
que se templa y se recoge,
su abrigada máscara inocente, el crepitar
oscuro de los fríos, cereales de luz
que prometen otra infancia. Y los labios,
la hoja en aluvión,
el cuchillo que tiembla
y renace escondido en la memoria.
Mira cómo vuela
la paloma urbana y sucia,
o el cuervo triste
que evidencia lo oscuro. Caída
del ser, limpia derrota
en su solo residuo, espejo animal,
qué tormenta para verse
al otro lado de este tiempo;
qué reunión de tinta en la belleza,
qué rumor para otra edad.
(2015)
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Poema publicado el 25 de Septiembre de 2023
Como en la ardiente
y ensamblada comunión,
su miel, su lenta compañía,
la batalla de las horas
con el cuerpo primigenio en la pureza.
El gozo en lentitud callada,
la música en los labios
o la voz florecida de la tarde.
Qué designio
—la llave en luz del sol en tierra—
por esta escala no se extingue,
sino que, múltiple, repite la extensión,
transforma el aguacero.
Alumbrado estupor en el comienzo,
despecho de la lluvia,
éxtasis del aire
en pulsada voz desnuda.
Fuerte raíz, palabra de vidrio,
rasante plenitud del vuelo.
No detenga los pasos la ceniza,
no esté firme el ojo en el umbral.
Aquí, con el tañido
de este alud en desbandada, la ciudad prosigue
y se levanta; su apariencia deja
un rastro de ceniza por la sangre.
Como el día en que bailan las pavesas,
el alado azul que va a dejarte
ciego, para no ver entonces
tan secreta la mirada,
para sentirte y destruirte
en el líquido espasmo de este tiempo.
Lluvia y sueño
que se templa y se recoge,
su abrigada máscara inocente, el crepitar
oscuro de los fríos, cereales de luz
que prometen otra infancia. Y los labios,
la hoja en aluvión,
el cuchillo que tiembla
y renace escondido en la memoria.
Mira cómo vuela
la paloma urbana y sucia,
o el cuervo triste
que evidencia lo oscuro. Caída
del ser, limpia derrota
en su solo residuo, espejo animal,
qué tormenta para verse
al otro lado de este tiempo;
qué reunión de tinta en la belleza,
qué rumor para otra edad.
(2015)
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