La niebla de segovia
Poema publicado el 23 de Noviembre de 2023
"Humildemente vengo a mis orillas;
regreso ya de mí, apenas ido"
Victoriano Crémer
La niebla es un silencio fronterizo
que trastoca los campos de visión.
Las cosas que consigo ver
no estarían a mi alcance si no fuera
por esa tempestad que habita la memoria.
Se piensa y se pasea como un modo de decir
donde las claves del mundo son la sombra
alargada de su ley. Bendita levedad que corre
en su reunión contra la muerte.
La voz es un secreto paralelo
igual que un rastro de pintura ignífuga.
El cuerpo como un túnel que interroga
a otros cuerpos que danzan por el frío.
No ver es temblar;
aprender a ver es la misión sonora
del que ansía lo perpetuo.
Cruzar una calle
es sacar el jugo de sus ángulos,
asumir
la ronca geometría del fantasma.
La mirada incluye una respuesta
y el légamo del día como una marca celeste
en la inmensidad de lo gris.
(Enlutados los pasos del que espera.
El filtro de los signos y el reloj
que no se rinde solo en la conquista).
Existe un sueño aparte, un mundo implacable y diferente
en esa densidad que oscura fluye.
Todo comienza por la piel que late
y logra suponer de las continuas
corrientes de conocimiento.
Animal de lumbre:
la ceguera de ver por los abismos.
Una ciudad
castellana en la niebla
es como un buey gigante y triste
con su lento corazón
proteico e inflamado.
Tiene tanto que decir que en el silencio cava y calla.
("Interminables")
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Poema publicado el 23 de Noviembre de 2023
"Humildemente vengo a mis orillas;
regreso ya de mí, apenas ido"
Victoriano Crémer
La niebla es un silencio fronterizo
que trastoca los campos de visión.
Las cosas que consigo ver
no estarían a mi alcance si no fuera
por esa tempestad que habita la memoria.
Se piensa y se pasea como un modo de decir
donde las claves del mundo son la sombra
alargada de su ley. Bendita levedad que corre
en su reunión contra la muerte.
La voz es un secreto paralelo
igual que un rastro de pintura ignífuga.
El cuerpo como un túnel que interroga
a otros cuerpos que danzan por el frío.
No ver es temblar;
aprender a ver es la misión sonora
del que ansía lo perpetuo.
Cruzar una calle
es sacar el jugo de sus ángulos,
asumir
la ronca geometría del fantasma.
La mirada incluye una respuesta
y el légamo del día como una marca celeste
en la inmensidad de lo gris.
(Enlutados los pasos del que espera.
El filtro de los signos y el reloj
que no se rinde solo en la conquista).
Existe un sueño aparte, un mundo implacable y diferente
en esa densidad que oscura fluye.
Todo comienza por la piel que late
y logra suponer de las continuas
corrientes de conocimiento.
Animal de lumbre:
la ceguera de ver por los abismos.
Una ciudad
castellana en la niebla
es como un buey gigante y triste
con su lento corazón
proteico e inflamado.
Tiene tanto que decir que en el silencio cava y calla.
("Interminables")
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.
