Cuando el sol rompió su promesa
Poema publicado el 12 de Junio de 2009
La mañana me rasguña la espalda,
Me despierta,
La ventana es un rectángulo celeste
Que me borra todos los quebrantos de la noche.
El sol,
El veterano sol incrusta
Sus molares en las orlas triangulares
De los árboles longevos…
Estiro mis miembros
Sofocando las reliquias
De mis dolores pasados,
Las coloco entre corchetes
Y las dejo reposando
En un intersticio de la almohada
Para seguir indagándolas
Con ese eterno “por qué”
Con el bochorno de sentir
La ausencia de tus huesos,
La monotonía del viaje
Que mi sonrisa hizo contigo,
El asco de las aristas torcidas
Del sillón reclinable de mis penas,
Ese que espera a verme descansar
Para tumbarme como un ánade herido
Y luego frotarse las adoquinadas manos
Expeliendo de ellas el empalagoso aroma
De un asesinato en cuotas.
Abro de impar a impar las persianas
De la ventana perforada
Por la pólvora gualda que traspasa
El cendal diáfano del estío
Las ramas calcinantes me colisionan de lleno
Y colman de luz
A los arcaicos baches de mi rostro.
Mis pupilas se incineran con la aurora,
No queda más nadie en el aposento,
Excepto yo,
Mis soliloquios,
Tu sombra agonizando en el asilo de ansiados
Y el sol veterano
Recordándome su fallado juramento
PORQUE FUE TU SONRISA
LA PROMESA QUE EL ASTRO ME HIZO
CUANDO ME ENCONTRÓ
LLORANDO DESCONSOLADO.
Poema publicado el 12 de Junio de 2009
La mañana me rasguña la espalda,
Me despierta,
La ventana es un rectángulo celeste
Que me borra todos los quebrantos de la noche.
El sol,
El veterano sol incrusta
Sus molares en las orlas triangulares
De los árboles longevos…
Estiro mis miembros
Sofocando las reliquias
De mis dolores pasados,
Las coloco entre corchetes
Y las dejo reposando
En un intersticio de la almohada
Para seguir indagándolas
Con ese eterno “por qué”
Con el bochorno de sentir
La ausencia de tus huesos,
La monotonía del viaje
Que mi sonrisa hizo contigo,
El asco de las aristas torcidas
Del sillón reclinable de mis penas,
Ese que espera a verme descansar
Para tumbarme como un ánade herido
Y luego frotarse las adoquinadas manos
Expeliendo de ellas el empalagoso aroma
De un asesinato en cuotas.
Abro de impar a impar las persianas
De la ventana perforada
Por la pólvora gualda que traspasa
El cendal diáfano del estío
Las ramas calcinantes me colisionan de lleno
Y colman de luz
A los arcaicos baches de mi rostro.
Mis pupilas se incineran con la aurora,
No queda más nadie en el aposento,
Excepto yo,
Mis soliloquios,
Tu sombra agonizando en el asilo de ansiados
Y el sol veterano
Recordándome su fallado juramento
PORQUE FUE TU SONRISA
LA PROMESA QUE EL ASTRO ME HIZO
CUANDO ME ENCONTRÓ
LLORANDO DESCONSOLADO.
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