Bello hasta en el dolor
Poema publicado el 09 de Diciembre de 2015
BELLO HASTA EN EL DOLOR
Quiero contar una historia,
la historia de un dulce amor
más bello que las estrellas,
¡Dios! Bello hasta en el dolor.
Cuando ya había pasado la vida,
su pelo no tenía color,
se enamoró de una dulce dama
y conoció lo que es el amor.
Fue correspondido con locura
y nunca ha existido amor más bello,
y de ese amor sintieron envidia,
¡envidia! los ángeles del cielo.
Pusieron nombre a las caricias,
a los silencios y a sus besos,
y solo unos años de dicha
ofreció la musa del tiempo.
—Vejez amarga que obligas
a intentar parar el tiempo,
dame un poco más de vida,
oscurece más mi pelo.—
En sus quejas presuntuosas;
su altivez contra los cielos,
ya no tuvo más respuesta
que aquel reloj, duro y fiero.
La desdicha bajó del cielo.
Su piel arrugada pagó,
y así en sus arrugas marcó
la factura que cobra el tiempo.
—Dí porqué me diste amor
y me separas de mi amada,
dí porqué me causas dolor...
¡Ay Dios! Dios mio de mi alma.
Mas el amor es eterno,
y eterno, ¡no morirá!
cierro los ojos ahora
para toda la eternidad.
Pero esperaré en los cielos
que ella me venga a buscar,
por que un amor tan inmenso,
nunca se puede acabar.—
Fue escuchado por los cielos,
y la dama en su hogar
con los ojos de su alma
ve su imagen en el mar.
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Poema publicado el 09 de Diciembre de 2015
BELLO HASTA EN EL DOLOR
Quiero contar una historia,
la historia de un dulce amor
más bello que las estrellas,
¡Dios! Bello hasta en el dolor.
Cuando ya había pasado la vida,
su pelo no tenía color,
se enamoró de una dulce dama
y conoció lo que es el amor.
Fue correspondido con locura
y nunca ha existido amor más bello,
y de ese amor sintieron envidia,
¡envidia! los ángeles del cielo.
Pusieron nombre a las caricias,
a los silencios y a sus besos,
y solo unos años de dicha
ofreció la musa del tiempo.
—Vejez amarga que obligas
a intentar parar el tiempo,
dame un poco más de vida,
oscurece más mi pelo.—
En sus quejas presuntuosas;
su altivez contra los cielos,
ya no tuvo más respuesta
que aquel reloj, duro y fiero.
La desdicha bajó del cielo.
Su piel arrugada pagó,
y así en sus arrugas marcó
la factura que cobra el tiempo.
—Dí porqué me diste amor
y me separas de mi amada,
dí porqué me causas dolor...
¡Ay Dios! Dios mio de mi alma.
Mas el amor es eterno,
y eterno, ¡no morirá!
cierro los ojos ahora
para toda la eternidad.
Pero esperaré en los cielos
que ella me venga a buscar,
por que un amor tan inmenso,
nunca se puede acabar.—
Fue escuchado por los cielos,
y la dama en su hogar
con los ojos de su alma
ve su imagen en el mar.
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