Maurice
Poema publicado el 20 de Enero de 2010
Maurice
(Acróstico)
Mi nombre esta escrito en el tuyo y aun cuando te pareces tanto a mi, eres único y maravilloso amado hijo mío…
Ayer tan solo pareciera el día en que te tuve en mis brazos por primera vez,
Aquella tarde de primavera en que, cual capullo ansioso, floreciste como el primero.
Mi hijo, mi sueño, mi amado, de mi corazón el dueño
Y de cada febril latido, mi heredero.
Un ser de cristal me parecías, casi transparente
Mis ojos te recorrían sin cesar admirando en ti el milagro de la vida,
En medio de tu llanto mi voz te devolvió la paz
Y tomando mi mano sanaste en mi historia cada llaga y cada herida.
Rodó una lágrima por mi mejilla
Y con cada mirada tuya le dabas a mi pecho una nueva emoción.
Cada balbuceo lo convertías en un nuevo sentido
Y cada nuevo minuto en tu vida era vida en mi corazón.
Imaginarte intenté mil veces pero mi mente fue mezquina al tratarte de pensar
Demasiada la belleza de tu ser y de tu mirar
Y es que cada gesto y tu sonrisa eran como un sueño;
Una nueva estrella en el cielo, un nuevo color en el mar.
Creciste en ti y en mí con el correr de los años
Y aun cuando todavía eres un niño a quien le gusta jugar
Has comenzado casi sin darte cuenta a ser un hombre fuerte
Una gran personita a quien dichoso he llegado a admirar.
Eres, dicen, muy semejante a mí;
Tus ojos grandes; tú mirada viva y el color de tu piel.
Te inunda la alegría de saber que nos parecemos, pero, hijo mío,
Es tu padre quien quisiera algún día, como tu poder ser.
Te amo.
Papá.
Mauricio Garcés
Enero 20 de 2010
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Poema publicado el 20 de Enero de 2010
Maurice
(Acróstico)
Mi nombre esta escrito en el tuyo y aun cuando te pareces tanto a mi, eres único y maravilloso amado hijo mío…
Ayer tan solo pareciera el día en que te tuve en mis brazos por primera vez,
Aquella tarde de primavera en que, cual capullo ansioso, floreciste como el primero.
Mi hijo, mi sueño, mi amado, de mi corazón el dueño
Y de cada febril latido, mi heredero.
Un ser de cristal me parecías, casi transparente
Mis ojos te recorrían sin cesar admirando en ti el milagro de la vida,
En medio de tu llanto mi voz te devolvió la paz
Y tomando mi mano sanaste en mi historia cada llaga y cada herida.
Rodó una lágrima por mi mejilla
Y con cada mirada tuya le dabas a mi pecho una nueva emoción.
Cada balbuceo lo convertías en un nuevo sentido
Y cada nuevo minuto en tu vida era vida en mi corazón.
Imaginarte intenté mil veces pero mi mente fue mezquina al tratarte de pensar
Demasiada la belleza de tu ser y de tu mirar
Y es que cada gesto y tu sonrisa eran como un sueño;
Una nueva estrella en el cielo, un nuevo color en el mar.
Creciste en ti y en mí con el correr de los años
Y aun cuando todavía eres un niño a quien le gusta jugar
Has comenzado casi sin darte cuenta a ser un hombre fuerte
Una gran personita a quien dichoso he llegado a admirar.
Eres, dicen, muy semejante a mí;
Tus ojos grandes; tú mirada viva y el color de tu piel.
Te inunda la alegría de saber que nos parecemos, pero, hijo mío,
Es tu padre quien quisiera algún día, como tu poder ser.
Te amo.
Papá.
Mauricio Garcés
Enero 20 de 2010
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