Yo no sé quién fue el ciego avaro tan inocente y crédulo
Poema publicado el 12 de Agosto de 2009
Yo no sé quién fue
El ciego avaro
Tan inocente y crédulo
Yo no sé quién fue
Aquel que tesoros buscaba
En exóticos paraísos
Me río y me burlo
De aquellos desafortunados
Rodeados de avaricia
Solos, llenos de oro,
Marfil y diamantes
En enormes palacios
Esos genios extraviados
Escondidos en lámparas
Tan llenos de riquezas
¿ para qué? Para nada
qué desgraciados
esos pobres ricos
en sus cárceles
de rubíes y cristales
qué más belleza
que en aquella habitación
tan apagada y triste,
tan desesperada
qué más ternura buscar,
que en aquella niña,
rechazando oro,
sólo buscando acaricias
¿ qué más esmeraldas
que sus ojos verdes?
¿ qué más cristales
que su llanto sonriente?
Qué poco reluce tu oro
Cuándo una tierna sonrisa
Reluce en el alba
Qué negras y apagadas
Son tus esmeraldas
Cuándo aquel llanto
Y aquella sonrisa calla
Que turbios y fríos
Son tus rubíes
Cuando aquella niña
Espera callada
Qué alegre y brillantes
Están mis esmeraldas,
Cuándo esos ojos de niñas
Me dicen que su pasión
Aún no anda callada
Qué intenso su rojo rubí,
Que esperando va
A quién sepa conquistarla
Qué más intenso tesoro
Que tu niña emocionada,
Bajo una tierna sonrisa,
Tras una acaricia apasionada
Cada vez me río más de ti,
Desgraciado avaro indecente,
Que no supiste aprovechar
Aquella sonrisa inocente
Poesía registrada. Prohibida reproducción total o parcial sin permiso del autor
Poema publicado el 12 de Agosto de 2009
Yo no sé quién fue
El ciego avaro
Tan inocente y crédulo
Yo no sé quién fue
Aquel que tesoros buscaba
En exóticos paraísos
Me río y me burlo
De aquellos desafortunados
Rodeados de avaricia
Solos, llenos de oro,
Marfil y diamantes
En enormes palacios
Esos genios extraviados
Escondidos en lámparas
Tan llenos de riquezas
¿ para qué? Para nada
qué desgraciados
esos pobres ricos
en sus cárceles
de rubíes y cristales
qué más belleza
que en aquella habitación
tan apagada y triste,
tan desesperada
qué más ternura buscar,
que en aquella niña,
rechazando oro,
sólo buscando acaricias
¿ qué más esmeraldas
que sus ojos verdes?
¿ qué más cristales
que su llanto sonriente?
Qué poco reluce tu oro
Cuándo una tierna sonrisa
Reluce en el alba
Qué negras y apagadas
Son tus esmeraldas
Cuándo aquel llanto
Y aquella sonrisa calla
Que turbios y fríos
Son tus rubíes
Cuando aquella niña
Espera callada
Qué alegre y brillantes
Están mis esmeraldas,
Cuándo esos ojos de niñas
Me dicen que su pasión
Aún no anda callada
Qué intenso su rojo rubí,
Que esperando va
A quién sepa conquistarla
Qué más intenso tesoro
Que tu niña emocionada,
Bajo una tierna sonrisa,
Tras una acaricia apasionada
Cada vez me río más de ti,
Desgraciado avaro indecente,
Que no supiste aprovechar
Aquella sonrisa inocente
Poesía registrada. Prohibida reproducción total o parcial sin permiso del autor
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