CanciÓn de la hora feliz
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Yo tuve ya un dolor tan Ãntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegrÃa es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.
Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgÃas un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.
Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonÃa,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesÃa...
¡Y estoy sereno! En medio del oscuro "algún dÃa",
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el dÃa del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mà mismo,
sonriendo virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"
Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el dÃa del adiós a todo cuanto amamos!
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Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Yo tuve ya un dolor tan Ãntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegrÃa es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.
Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgÃas un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.
Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonÃa,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesÃa...
¡Y estoy sereno! En medio del oscuro "algún dÃa",
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el dÃa del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mà mismo,
sonriendo virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"
Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el dÃa del adiós a todo cuanto amamos!
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