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Hijo de la calle - de planeta humano - Poemas de Ricardo Alvarez



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Hijo de la calle - de planeta humano
Poema publicado el 08 de Octubre de 2011

Soy el hijo paria del cosmos,
atrapado en la nebulosa red de la cotidiana mediocridad.
El loco temperamental para los pálidos.
Sentimental y turbulento,
como la sangre revuelta en mis arterias.
    ¡ No miro de la altura a la gente,
pero mis rodillas tampoco se doblan ¡
Tengo las palmas gastadas del pasado.
Mi purismo algo impúdico
    ¡ Pero la lealtad es el himno de mi corazón ¡
  Mi lengua no va mas allá del limite que le concierne.
Y si me pica algún hablar traicionero
la comezón se  hace intolerable y
serpenteo con mirada de aguijón,
no le tengo miedo al espejo.
Es cierto que para otros me condena mi historia.
Son los que hablan con la espalda y
      no con la lengua de frente a la cara.

¡ Y del presente ¡
          Siempre van a juzgar sin argumento.
Si alguien pone en la balanza
              un peso equivalente a mi honor acepto el desafío,
                            Aquí está mi guante inmaculado.
            Sin mas testigo que mi palabra.
    Sin democracia no acepto nada, y
                  si me tiran con balas respondo con cañones.
            Juro que aún mi piel de instinto cede.
            Doy por cierto el apetito de la carne, y
                    no tengo ninguna piedra para arrojar mis libres pecados.
                Pero si me sumerjo por dentro, no soy carne de oferta,
                    todavía hay templos blancos pintados en mi alma.
                        Mis piernas de calle y asfalto caminan siempre para adelante,
                    con locura de ganado estrafalario al sonido del disparo.
Me crié en el barro de mi calle, y
                      con los códigos de barrio como ley me eduqué.
      Me tropecé en el caos de las avenidas.
y más de una vez sin piedad,
me revolcó la vida.
          Arrastro varios pecados que suelto en cada pisada.
          Mis obstinadas rodillas aun no aprendieron a  doblarse
ni mi lengua a pedir clemencia.
Ni en la cama de los muertos,
    ni en el sepulcro de los vivos ambulantes.

¡ Mi mayor pecado es ser feliz y pasional ¡
¡ Quien tiene el guante limpio para arrojar a mi rostro ¡


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