La playa - de v.p. veronica
Poema publicado el 07 de Mayo de 2011
Ensamblados tus pies de planta
con el gramo de la arena donde reposa tu volumen,
Tus raíces desnudas y de rojo esmalte uña
comulgan con el litro del agua desarrollada.
De tu vientre parece asomar una boca
que nutre de leche azul a la ola diminuta
y produce la espuma y su burbuja.
¡ Amada ¡
Es nuestra la playa y sus terrones de piedra molida,
donde tu pelo pasea mi sombra y el vapor hace caos y
confusión de atmósfera al reunir tú las vidas
de los barcos del mar de antaño
con el fuego impreso de tu boca de sirena y beso.
Al llegar,
parecía un ataud de besos y territorios desiertos,
ahora inmola sus maderos con la combustión de la uva y sus productos.
La ancha cintura del mar me miró
cuando conservaba tus aristas de costa y perfil
y adelgazó su vientre de marino afable
cuando mis ojos de proa navegaron por tu rostro llameante y
tu frente irradió los colores de los siete primarios claveles.
¡ Oh , amor¡
Aun insiste el agua con su rocío diluido en mojar nuestros andenes
sin advertir que estamos mas allá de sus arenas.
Sentados mas cerca del todo absoluto respirante y
retirados cada vez mas lejos
del hueco de la nada y sus cerrojos negros de insomnio.
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Poema publicado el 07 de Mayo de 2011
Ensamblados tus pies de planta
con el gramo de la arena donde reposa tu volumen,
Tus raíces desnudas y de rojo esmalte uña
comulgan con el litro del agua desarrollada.
De tu vientre parece asomar una boca
que nutre de leche azul a la ola diminuta
y produce la espuma y su burbuja.
¡ Amada ¡
Es nuestra la playa y sus terrones de piedra molida,
donde tu pelo pasea mi sombra y el vapor hace caos y
confusión de atmósfera al reunir tú las vidas
de los barcos del mar de antaño
con el fuego impreso de tu boca de sirena y beso.
Al llegar,
parecía un ataud de besos y territorios desiertos,
ahora inmola sus maderos con la combustión de la uva y sus productos.
La ancha cintura del mar me miró
cuando conservaba tus aristas de costa y perfil
y adelgazó su vientre de marino afable
cuando mis ojos de proa navegaron por tu rostro llameante y
tu frente irradió los colores de los siete primarios claveles.
¡ Oh , amor¡
Aun insiste el agua con su rocío diluido en mojar nuestros andenes
sin advertir que estamos mas allá de sus arenas.
Sentados mas cerca del todo absoluto respirante y
retirados cada vez mas lejos
del hueco de la nada y sus cerrojos negros de insomnio.
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